Capítulo 13

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—Mm... No lo sé —Me encogí de hombros haciendo una pequeña mueca de desaprobación mientras que observaba el conjunto que la chica de la tienda me ponía enfrente —¿De verdad no tienes el del año pasado? —Pregunté, sí, buscaba aquel que hace ya tiempo Dipper halagó diciendo que me quedaría muy bien aunque yo mismo sabía que no era algo cierto, es decir, pesaba menos de lo que ahora y apuesto que hasta la talla extra chica me quedaba gigante.

—No, lo lamento pero, de verdad no sé de qué modelo me habla.

—Ah... No importa, igual quiero algo decente, para una cita.

—Por supuesto, dígame como qué le apetece.

—Bueno, algo que sea del agrado de mi "pareja" —Mentí, no era nada de mí y comenzaba a dudar que siquiera fuera mi amigo. —Le gustan los colores únicos en trajes y esas cosas... No le gusta lo clásico pero a mí sí, así que estoy en un gran dilema.

—Oh, bueno, si ella es así no creo que sea necesario que usted cambie su look, es decir si le gustó es por algo y no por su ropa verdad.

—... Es un él —Sonreí observando como todo el rostro de la chica se volvía color rojo y reía con nerviosismo, pronto no me aguanté las ganas y estallé en carcajadas.

Total, salí con un pantalón negro, saco blanco de orillas oscuras, camisa amarilla y moño por corbata, las corbatas me recordaban a los empresarios y yo, bueno sólo quería verme como un chico playboy.

Caminé por las calles con mi nuevo look sintiendo como en todas esas películas en las que los cambios radicales hacen llamar la atención de los demás, y no les miento, más de dos chicas se me acercaron.
Me sentía un tanto cohibido, amado, observado, algo que jamás había sentido tan bien ya que, miradas en el pasado tuve muchísimas, demasiadas, y era debido al estado de mi cuerpo, era difícil asimilar que algo como el Bill pasado, pudo mantenerse vivo por tanto tiempo.
Con orgullo fui componiendo mi postura, sacando el pecho, con la espalda recta y una sonrisa coqueta que según mi madre resaltaba unos hoyuelos en mis ahora mejillas.

Les juro, me sentí en alguna clase de pasarela que me elevaba el ego y que en cada cristal que pasaba de tiendas, miraba a ese apuesto chico en el que me había convertido, aspiraba a estar en un gimnasio y ponerme aun mejor de lo que ya estaba.
Sí, mi estado narcisista era peor, pero lo lamento, me veía demasiado genial ese día.

Pronto, no tardé en llegar a la casa de Dipper, tocando el timbre con algo de nervios, seguía teniendo esa actitud un tanto pasiva, tranquila y nerviosa, más si se trataba de Dipper.
Porque me gustaba.

La puerta fue abierta revelando así a un deteriorado castaño que en su mano sostenía un vaso de agua y con la otra la puerta.

—Hola Pino —Saludé con ánimos, y si tuviera cola y orejas, seguro las estaría meneando con felicidad.

Una sonrisa se dibujó en el rostro de Mason y poco a poco subió y bajó la vista, me estaba mirando, lo estaba notando.

—¿A dónde vas tan guapo Bill? —Mi rostro enrojeció, ahora que lo notaba mi altura había aumentado unos tres centímetros más que Dipper y me sentía un tanto superior.

—Bueno... Venía a visitarte, ¿Qué... No... ¿Puedo pasar?

—Ah... —Suspiró abriendo más la puerta y haciéndose a lado para que yo pudiera pasar. —Entra, acabo de tomar mi antidepresivo así que me verás en lo mejor de mí —Ese comentario había sobrado, lo sabía, sabía que esa felicidad era falsa pero me gustaba creer que yo la provocaba. —¿Sabes? Me siento mal estando en Pijama, ¿Qué dices si me esperas y me arreglo como tú? —Asentí con la cabeza, su aspecto era delgado, pálido y su nariz estaba rojiza, pero aun así sabía que él con un traje se veía mucho mejor.

—Sí, yo te espero —Avisé adentrándome y acomodando un poco mi cabello.

(...)

Ya se había tardado demasiado y comenzaba a preocuparme ¿Qué tanto hacía? Dios, tardaba más que mi madre.

Eso me recordaba a la vez que fuimos a mi "graduación" del kinder, mi madre tardó como mil horas y por su culpa llegamos tarde y a mí no me tocó la bolsa de dulces que regalaban ahí.
Pero me importó poco porque después de eso, ella me llevó por un enorme pastel de fresas, algo que me quitó la tristeza de encima.

Pero todas mis anécdotas de mi infancia se disiparon en cuanto observé a Dipper bajar.

Su look de drogadicto en rehabilitación se fue, dejándome la espectacular vista de alguien que jamás había visto.

Quería abrazarlo.

Inconexo {DippBill}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora