El cura motorista y fotos del pasado

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El día empezaba de nuevo, los entrenamientos iban a llevarse a cabo en menos de tres horas por lo que los patinadores estaban empezando a despertarse para bajar a desayunar como llevaban haciendo unos cuantos días en aquel pueblo pequeño de Republica Checa aunque esta vez lejos del ambiente relajado, cálido y familiar que solía recibir a todos sus huésped el salón del hostal, había un ambiente tenso que hizo que los patinadores terminaran bajando con cierto temor hacia allí dado que no habían oído nunca algo así en aquel lugar. Sobre todo, estaban extrañado porque parecía que una de las voces era de Emil que sonaba ¿enfadado? ¿El checo tenía ese registro emocional dentro de él? Se fueron acercando hasta donde la bronca estaba teniendo lugar sin poder llegar a entender nada al respecto y echando de menos algún subtitulo que les ayudara a comprender que es lo que había hecho que el patinador checo se pusiera de esa manera.

El checo parecía realmente alterado mientras se gritaba con su hermano menor sobre algo que ninguno llegaba a entender. Los rusos parecían estar bastante atentos por si conseguían descifrar algo por el parecido del idioma mientras que el suizo y los italianos andaban escuchando por si podían entender algo de haber estado ese tiempo con el checo, algunas palabras habrían aprendido, aunque parecía que ninguno conseguía entender lo que pasaba en aquella sala. La señora Nekola parecía que intentaba mediar entre ambos jóvenes sin mucho éxito porque en cuanto parecía que la discusión estaba más calmada volvía a subir como la espuma, no, parecía que eso no iba a tener un fin bastante claro. Al menos eso pensaban porque ante algo dicho por menor, Emil se quedó quieto y callado, impactado por esas palabras desconocidas que le habían dirigido. Michele se fue a acercar a su pareja para ver si estaba bien cuando Emil levanto la mano, pero al contrario de lo que pensaban todos, no fue a parar a la cara de su hermano sino contra la pared con un golpe seco que hizo temblar un poco los cuadros que había cerca. Murmuro unas palabras antes de que su hermano saliera corriendo de aquel lugar y por fin, la familia se percatara de que sus invitados estaban en aquel lugar

-D... Disculpen este espectáculo, ahora mismo le serviremos el desayuno no se preocupen en absoluto-murmuro la madre de Emil intentando hablar bien el inglés a pesar de tener los nervios claramente alterados-Vayan al comedor, por favor...

Michele se quedó mirando al checo igual que algunos ya que este seguía en la misma posición sin haberse movido un centímetro, casi parecía una estatua sino le vieran respirar

-Emil... ¿estas...

El italiano ni siquiera pudo terminar su frase cuando Emil ya se había girado con una sonrisa en los labios, fingiendo que no pasaba nada y mostrándose al mundo como alguien alegre y despreocupado

-Va, va, ya habéis oído, al salón todo el mundo. Os serviremos la comida en menos de quince minutos

Ninguno parecía demasiado convencido para irse teniendo en cuenta todo lo que había pasado, pero parecía que la madre de Emil podría encargarse de la situación ya que la vieron acercándose al patinador para hablar. Michele se quedó unos minutos más viendo como Emil volvía de nuevo a su idioma original para negar con la cabeza a su madre mientras, por los gestos, intentaba que la mujer dejara el tema a un lado para empezar a trabajar de una vez. El italiano se fue a acercar de nuevo pero el checo le miro dándose cuenta de que seguía ahí y le dedico una de esas sonrisas que solía dedicarle, con la diferencia que esta vez esa alegría no llego a los ojos azules del menor, sino que brillaban con esa tristeza que el otro día había visto en los ojos idénticos de la señora Nekola. Eso fue solo un segundo antes de que el menor entrara en la cocina dejándole con la pregunta en los labios ¿Qué le había dicho aquel mocoso para que Emil se quedara de esa manera? No lo sabía, pero lo pensaba descubrir

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