Praga y sus leyendas

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Era las cuatro de la mañana cuando Michele noto que su pareja salía de la cama, marchándose con el calor que el cuerpo del checo desprendía. Gruño en italiano mientras abría uno de los ojos para ver como Emil se iba quitando el pijama dejando ver un poco del cuerpo del patinador checo ya que la luz era una débil lámpara de escritorio. Se incorporó un poco para ver mejor como el otro se ponía el chándal ¿Qué pensaba hacer ese idiota?

-Emil... son las cuatro de la mañana ¿Dónde vas?

El checo se vio sorprendido por el susurro de Michele, no se había olvidado de que estaba ahí, pero confiaba que notara su ausencia mucho más tarde, podría haberle dicho que acababa de salir de la cama. Se acercó al italiano para acariciarle el pelo con suavidad, esperando que esos mimos lo atontaran un poco, lo justo para que se volviera a quedar dormido, pero parecía que no hacía más que despertarse por momentos. Se mordió el labio antes de alejarse un poco para terminar de vestirse, sino se daba prisa no podría entrenar tanto como quisiera y necesitaba practicar sus coreografías, mañana sería el primer día del evento y aunque esa canción era la que ya habían visto sus compañeros, no pensaba dejar de prestarle más atención que a las demás.

-Voy a practicar, corro camino a la pista y luego practico allí...-confeso poniéndose los cordones de los zapatos-Tenia poco tiempo para montarlo todo así que era la salida que me quedaba

- ¿quieres que vaya contigo? -pregunto el italiano medio dormido mientras su cuerpo se volvía a tumbar entre las suaves sabanas de la cama de su pareja.

El checo negó con la cabeza, aunque algo le decía que ya el italiano estaba sumergiéndose en el mundo de los sueños. Le beso con suavidad la frente, susurrándole un descansa en su propio idioma mientras veía como su bello durmiente italiano volvía a quedarse dormido. Bien, así no tendría que intentar convencerlo de nuevo. Cogió su móvil, su mochila, se puso sus cascos y se dio ánimos a si mismo mientras salía de aquella casa, ese día tenía que esforzarse mucho más, ese día planeaba tener una cita con Michele en Praga así que tenía que dejar todas sus prácticas cerradas.

Cuando Michele abrió los ojos de nuevo ya el sol estaba saliendo, Emil no estaba a su lado por lo que todo lo de la noche había pasado y no había sido fruto de su imaginación. Bufo algo molesto con el checo por dejarle allí solo y, además, porque haciendo cálculos, el rubio esos días tenía que haber dormido unas pocas horas nada más durante las noches. Ya decía que le notaba menos hiperactivo de lo normal. No tardó demasiado en salir de la casa que en ese momento se encontraba vacía.

-Ejem...

Casi vacía.

Se giró para ver la casa de Vasek, una cara que parecía que fuera a matarlo con la mirada, aunque la de Michele no se quedaba atrás, si pensaba ese mocoso que iba a amedrentarlo estaba listo. Vasek murmuro unas cuantas cosas en checo mirando a la habitación de su hermano, como si esperara que el mayor de los dos saliera de allí, aunque no verlo solo empeoro la situación, si las miradas matases, el italiano hubiera muerto, aunque era un sentimiento mutuo. No llevarse bien con su cuñado no le parecía tan grave, y Emil decía que su hermano era adorable ¿tenía otro hermano? Porque estaba claro que ese no era del que le había hablado. Murmuró una pequeña amenaza en italiano dejando al menor confundido porque no había entendido nada y salió de allí, le podría haber dicho muchas cosas por hacer llorar al checo el día anterior, pero le acababa de pillar saliendo del cuarto, no era el momento para tener superioridad moral.

Después de ducharse y cambiarse de ropa, estaba en el comedor, desayunando junto a su hermana mientras hablaban del patinaje en pareja que tenían los dos juntos, había algunos saltos que podían mejorar. Apuntaron en un papel todo lo que podían mejorar, viendo como los demás prácticamente estaban escuchando su música o apuntando también algunos cambios que darle a su patinaje, no querían fallar en aquel evento, no había la presión de los campeonatos, pero eso no quitaba que muchas personas estuvieran observándolos y fueran a disfrutar del espectáculo. Emil hizo acto de presencia cuando estaban terminando de desayunar, soltó su mochila y fue hasta la mesa de los italianos.

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