La Mujer Que Yo Robé: Nuestra Vida en Unión

Capítulo X

-Ha perdido mucha sangre...

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Lo recuerdo perfectamente... El calor era casi asfixiante mientras recorría las calles principales de aquel pueblo cuando la vi por primera vez... Mi Cristina... La perfección hecha mujer... Sus curvas, su cabello, tan negro como la noche... La confianza y seguridad que mostraba tener en sí misma fueron cosas que me cautivaron por completo desde el primer día... Pareciera que con solo chasquear los dedos, lograría tener a cualquiera dispuesto a complacer sus caprichos y yo... Desde entonces confieso haberme rendido ante aquella mujer, siempre y cuando el complacerla se llevara a cabo dentro de una cama, ambos envueltos entre las sábanas... Saciados después de hacer el amor... Mi Cristina... Mi mujer... El gran amor de mi vida...
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-La bala perforo el pulmón izquierdo... Necesitaremos intervenir quirúrgicamente... 

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La ame mucho antes de encontrar el valor para reconocerlo... Tenía miedo... Miedo de necesitar de alguien a tal extremo y no ser correspondido... Pero ella igual me amo... Y hasta el día de hoy me sorprende más que nunca que lo siga haciendo... Me entrego su cuerpo, me entrego su alma... Me regalo la dicha de ser padre y por eso, y todo lo que ella hace por mí la amo más que a mi propia vida...
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-¿Contactaron a algún familiar?

-Su esposa ya viene en camino...

-¿Cuánto demorara?

-No lo sabemos, se encuentra fuera de la ciudad...

-Ojala sea pronto... El paciente no se encuentra en buen estado... 

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Todo está oscuro y aunque intento hacer un esfuerzo por moverme o abrir mis ojos, no logro hacerlo... Me siento cansado, adolorido, y escucho voces lejanas que se me hace difícil comprender... Me encuentro atrapado entre recuerdos, la mayoría de Cristina y mis hijos... Pero también vienen a mí imágenes del infeliz de Esteban, así como de Danilo, y del más reciente, Abraham Farcas... Mis tres enemigos, que estuvieron dispuestos a todo para destruirme sin embargo, fallaron... Ahora mismo deben de estar pudriéndose en el infierno...
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-Logramos extraer la bala pero su ritmo cardiaco sigue alto... Por ahora solo queda esperar...

-La esposa ya está aquí, Doctor... Desea hablar con usted...

-Vamos...

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Escucho su voz... Tierna, dulce y sé que es ella... Cristina... Me suplica que despierte, que me recupere, que abra los ojos y le diga que estaré bien... Pero no puedo... Este cansancio se apodera de mí, arrastrándome a un profundo sueño que parece nunca acabar... Mi Cristina... No llores, mi amor... No llores por mí...
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-¿Cuánto tiempo más estará así, Doctor?

-Lamentablemente es imposible decir, Señora Ferrer. Lo que sí es indiscutible es que sus cuidados y su cercanía le han hecho muy bien. No se ha apartado de su lado desde que llego...

-Y no lo hare.- aseguro Cristina, volviendo su mirada a su marido quien se encontraba tendido sobre la cama.- Lo amo demasiado y lo necesito a mi lado.- agrego, tomando una mano de Dionisio entre las suyas, acariciándola delicadamente.- Tienes que despertar, mi amor.- le dijo ella en un susurro, conteniendo las lagrimas que amenazaban por caer.- Todos te necesitamos...

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-Abrí fuego porque ese infeliz iba directo a matar a Dionisio, comandante. Sí lo mate, y no me arrepiento.