La guardiana

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A veces llega un momento en tu vida en el que no sabes quien eres, y hasta peleas con la persona que más quieres. Siempre pensé que mis amigos no entendían a sus padres y no entendía como podía yo tolerarlo, sentirme cómoda y protegida, pero bien, no siempre podemos estar de acuerdo con las decisiones de ellos, son humanos y también se equivocan, los míos se equivocaron, y al intentar protegerme me hicieron daño, un daño no físico ni emocional, la verdad no se si yo hubiera hecho lo mismo, pero lo que realmente hicieron mal fue no enseñarme a defenderme.

Toda mi vida había sido bastante normal, a pesar de que mi familia no lo era, siempre supuse que todos tenían un secreto, pero no sabía que yo era uno. El día que todo comenzó lo recuerdo como si fuera ayer, y aunque una semana no es mucho, no suelo recordar sucesos de mi vida con lujo de detalles.

Regresaba a casa de la universidad, era temprano, habían cancelado una de mis clases, mi ruta de regreso a casa variaba en ocasiones, pero prefería ir por calles transitadas que por las solitarias, no me agradan ni el tráfico, ni el transporte público y a veces prefiero caminar.

Ese día solo quería saber que tanto podía caminar sin sentir tanto cansancio, conocer mi propio límite, todo iba bastante bien hasta que me di cuenta de que me seguían, no es una sensación fácil de describir, todo se puso tenso, intenté no ponerme nerviosa y echar a correr, la adrenalina poco a poco crecía, sólo quería salir de ahí. No tenía la mínima idea de lo que tenía que hacer, de lo único que estaba segura es que no quería detenerme.

De repente el sujeto que me seguía a una cierta distancia para no levantar sospechas, se empezó a acercar y luego unos segundos mas tarde un sujeto vestido igual venía hacia a mi.

No dijo ni una palabra, pero como si pudiera saber lo que piensa, escuche "no queremos hacerte daño, y para que eso no ocurra debes acompañarnos" - no me llevaran con ustedes pensé, a lo que la voz respondió "entonces te llevaremos en contra de tu voluntad.

Querían atraparme, pero ¿con que propósito?, será que me confundieron con alguien mas, pero no me parezco a ninguna artista o a ninguna hija de alguna persona importante...

Mientras seguía caminando, no se me ocurría ningún plan, hasta... que tuve que actuar.

El sujeto se abalanzo sobre mí, e intento atraparme, la atmósfera se volvió tenue y deje de prestarle atención a mí alrededor, - déjenme en paz, -no es posible,- no soy la persona que buscan. Como si pudiera ver todo en cámara lenta veía al primer sujeto cayendo con fuerza hacia mí, tenía que esquivarlo, era mi única oportunidad, me hice a un lado y corrí lo más rápido que pude.

El sujeto estaba desconcertado, y ahora todo parecía normal, sin embargo, no me había alejado lo suficiente, y uno se preparaba para atacar mientras que yo corría lo mas rápido que podía, estaba preocupada, veía hacia el frente para no tropezar y volteaba esperando que el hombre se hubiera ido; todo parecía que mi plan de escape de un segundo a otro fallaría, y al mirar hacia atrás vi que el sujeto saco un arma y me apuntaba.

- Imbécil, hay que llevarla sin hacerle daño - señaló uno de ellos.

- Debo hacerlo no hay otro modo - respondió el otro seguro de su decisión.

Él de atrás estaba decidido, él de adelante estaba mas calmado, aunque los dos estaban detrás de mi en ese momento, adelante y atrás serían para mi sus nombres. Podía sentir que él de adelante se sentía ganador, como si sintiera que todo le iba a salir bien.

- Espero que no falles - escuche decir al de atrás.

- No lo haré - contestó con firmeza el de adelante.

No tuvo éxito, y yo seguí corriendo.

- La atraparemos a mi modo - dijo atrás.

Los dos lo intentaron juntos y se apresuraron a acorralarme, pensé que iban a atraparme, estaba rodeada a los lados por ellos, pero no estaba dispuesta a darme por vencida, no podía detenerme, solo quería estar en casa, necesitaba correr más rápido, pero como sería posible, generalmente soy un asco en las carreras, cerré los ojos, intente prepararme para lo peor, quise ser mas rápida, tanto como la brisa que me abrazó hace unos segundos, escuchaba hablando a los tipos, seguí corriendo sin pensar mas que en el suelo bajo mis pies, al abrir mis ojos no estaba en la calle atrapada, estaba unas cuadras mas allá, estaba en casa, entre al edificio y por fortuna Alfred no me hizo ninguna pregunta, entre enseguida al ascensor, abrí la puerta temblando, apenas podía explicar lo que había pasado.

- Cielo, ¿estas bien? - preguntó mi padre.

- Si, solo un poco confundida - le respondí rápidamente, mi cara no estaba mucho mejor que el resto de mi cuerpo porque él lo noto.

- Te sucedió algo - pregunto él, con tono de voz que no era para nada el usual.

- si unos sujetos intentaron atraparme - contesté aún recuperándome del susto.

- te lo dijeron, ¿verdad?, la abuela parecía muy emocionada mientras hablaba, su presencia en mi casa no era usual tampoco, pero en este momento eso era lo menos importante.

- No pronunciaron ninguna palabra - dije incrédula de mis propias palabras.

- escuchaste como un pensamiento que no era tuyo - pregunto ella con interés.

- Si, exacto - admití aun confusa.

- Saúl vinieron por ella - dijo con severidad desviando la mirada de mi hacia mi padre.

- ¿Quiénes vinieron? - pregunté.

- Mamá por favor no empieces - habló mi padre descartando por completo sus palabras.

- Haré unas llamadas, no podrás protegerla - insistió la abuela.

- ¿Protegerme de que? - pregunté de nuevo pero nuevamente fui ignorada por ambos.

Las palabras de mi padre no eran las que precisamente la abuela quería, ambos habían cambiado de semblante y yo apenas podía mantenerme en pie.

Tenía tantas preguntas, pero algo me decía que no me las contestarían en ese momento, por alguna razón pensaba que mi abuela quería decírmelo todo, pero mi padre no la dejaría.

- ¡Alguien me escucha! - grité mientras que mi cara recuperaba su color.

- Cariño, si te escuchamos pero, necesito que esperes.

Ser dulce no era la especialidad de mi abuela y tampoco la de mi padre, pero la abuela intentaba defenderme de algo o alguien.

- Mamá ellos tampoco podrán protegerla, pondrás en riesgo mas gente - señaló mi padre haciendo dudar a Marian Aldrich.

- Quizás tienes razón, pero estará más segura que aquí, tendrán que hacer mucho esfuerzo en llegar a ella, además ahí le enseñaran, podrá cuidarse sola - explicó la abuela.

- Me niego - discutió mi padre.

- No quiero que te la arrebaten de las manos - sostuvo ella.

- No quiero que se vaya - admitió papá - Como pretendes que la deje ir.

- Para mi no fue fácil que tu lo hicieras, pero la carga que ella debe llevar sobre sus hombros es mucho mas pesada que la tuya - respondió la abuela a la pregunta de papá con una cara que me dejo de piedra.

- No es justo - señaló papá refunfuñando

Quería saber de que hablaban .

- Nena ve a tu habitación - me pidió cuando reparó que aun estaba en el salón.

- ¡Saúl! - gritó la abuela.

- ¡a tu habitación! - ordenó está vez

Gritó tan fuerte que no tenía voz para reprochar, ni energía para pedir las explicaciones que merecía. Hice lo que me pidió, me deje caer en la cama, cansada. Nunca había visto a mi papá tan preocupado y a la abuela tan enojada, pero supuse que para todo hay una primera vez en la vida, total, ya no tengo nada de que temer.

Desde ese momento todo había cambiado, papá no me dejaba sola o sin supervisión, yo no quería perder clases, y no pudo decir que no me dejaría ir, me llevaba y me traía todos los días, me preocupaba un poco la idea de que su jefe se molestara por estar afuera tanto tiempo.

Varias noches se quedo dormido en su estudio, intentando averiguar los puntos en que yo era mas vulnerable, por varios días no pude hablar con mi abuela, nunca estábamos solas, hasta que se marchó.

La guardianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora