|18|

310 40 6
                                    



Manuel y yo abrimos los ojos a más no poder, dándonos cuenta de nuestro gran error. Nota mental: No me volveré a pintar los labios rojos cuando salga con él. Si es que no sabemos ni disimular... Somos dos pequeños desastres pero que se encantan mutuamente. Ninguno de los dos contesta todavía, y yo no tengo intenciones de hacerlo. Regi y Tiffy nos miran con cara de impaciencia con el ceño fruncido. Esperan una respuesta, pero no creo que la vayan a tener. 

-¡Chicos! ¿Qué pasa?- dice mi hermano acercándose a nosotros. Nunca me había alegrado tanto de verlo, nos acaba de salvar a Manuel y a mí. Aunque ya sospechan algo, pero no lo saben todo aún. Bien.  Mientras los demás hablan entre ellos, a mí me da tiempo de quitarle las manchas de pintalabios a Manuel. 

-¿Dónde estaban?-dice Manuel después de limpiarle. 

-Hemos ido a sentarnos a unos sillones de allí.-dice Isa señalando un lado del local. 

-Podrían habernos dicho algo.-les dice Manuel. Pero en el fondo sé que lo dice por disimular, sé que le ha gustado bailar conmigo tanto como a mí con él. 

-Yo voy a ir a que me de un poco el aire, chicos. Ahora vuelvo.-nos dice Tiffy. 

-¡Espera!-exclamo.-te acompaño.  Salimos y aunque sea verano, hace un poco de frío.  -Es normal. Son las cuatro de la mañana.-me digo a mí misma. No hay nadie aquí fuera. Solo Tiffy y yo, bueno, y el portero de la discoteca.

-¿Que tienen ustedes dos entre manos?-me dice sin andarse por las ramas. 

-Nada.-contesto seria. 

-No me lo creo.-me dice sonriendo.-Sabes que puedes contarme todo lo que quieras. 

-Lo sé, Tiffy. Pero no hay nada entre él y yo.-vuelvo a mentirle. 

-Se han besado salvajemente antes de que llegáramos nosotras. Los he visto.-me confiesa. Genial. No solo he quedado como mentirosa delante de una de mis mejores amigas, si no que nos hemos arriesgado a que nos viese mi hermano. Somos idiotas. Suelto un enorme suspiro, y es entonces cuando me doy cuenta de que he estado aguantando la respiración. 

-¿Nos ha visto Regi?-le pregunto.-Ella es incapaz de guardar un secreto. 

-No, tranquila.-sonríe levemente, tranquilizándome.-¿Desde cuando? 

-¿Desde cuando qué?-le pregunto. 

-¿Desde cuando se besan?-dice haciendo comillas con sus dedos al pronunciar la última palabra. 

-Desde la otra noche nos hemos llevado muy bien y ha habido mucha tensión acumulada entre los dos... Y era lógico que tarde o temprano explotaría. Y eso ha sido esta noche. 

-¿Por eso llegaron más tarde de lo normal?-dice alzando una ceja. 

-¿Tanto se ha notado?-contesto divertida. Ambas reímos y nos fundimos en un emotivo abrazo. Agradeciéndole de esta manera que guarde nuestro secreto. Tenía que contárselo a alguien, al menos ella puede cubrirnos en algunas ocasiones. 

-Gracias.-susurro en su oído en mitad del abrazo. De repente oímos una tos falsa a nuestras espaldas que nos obliga a separarnos. 

-Manuel... ¿Qué haces aquí?-le pregunto. 

-Yo voy adentro, ¿Va? Ahora nos vemos.-me dice giñándome un ojo antes de desaparecer por la puerta. 

-Estabas tardando mucho y he venido a buscarte.-confiesa encogiéndose de hombros. Sonrío de lado y le miro con ternura. No conocía esta faceta de él. Ni siquiera me lo imaginaba así de tierno.  -No me mires así, tonta.-me dice sonriendo.-me estabas preocupando. 

-Ven aquí anda.-le digo alzando los brazos, en señal de que quiero un abrazo suyo.  Él obedece y me rodea con sus fuertes brazos. Huele genial. 

-Mi pequeña.- susurra antes de besarme el pelo y (Por desgracia) separarnos. 

-Idiota.- digo golpeando juguetonamente su hombro.-No te metas con mi estatura, ¿Va? Él ríe a carcajadas y busca algo en el bolsillo trasero de su pantalón vaquero.  -¿Desde cuando fumas?-le digo mientras observo como se enciende un cigarro. 

-Desde siempre.-contesta. 

-No lo sabía. 

-Hay muchas cosas que no sabes de mí, señorita Lascurain.-dice sonríendo. No me llamaba así desde que empezó el verano, cuando aún nos llevábamos mal.  -

Me estoy dando cuenta, señor Mijares.-le contesto alzando mis cejas mientras ambos reímos como dos tontos. 

-Y bien, ¿Por dónde nos hemos quedado antes?-dice acercándose a mí con una sonrisa pícara en sus labios. Pero justo cuando sus labios y los míos iban a retomar la guerra que antes hemos dejado a medio hacer, suena un ruido en nuestros pies. Manuel y yo nos miramos extrañados y dirigimos nuestra vista al suelo. Un pequeño perro estaba oliendo mis tacones, mientras lloraba (Gimoteaba, más bien) 

-Owwww.-digo observando al perro con ternura, antes de agacharme para acariciarle. 

-Parece que está abandonado.-afirma Manuel. 

-¿Nos lo podemos quedar?-le pregunto mientras lo pongo entre mis brazos y me levanto. 

-May, en el hotel no se admiten animales. 

-¿Y qué? Mira que cosita tan mona. 

-Nos meteremos en problemas.-dice alzando una ceja. 

-Pero si apenas se ve. Al entrar lo esconderemos en mi bolso y nadie se dará cuenta. Manuel suspira profundamente y asiente. Yo me limito a sonreír y a darle un gran abrazo. Este parece uno de esos momentos padre-hija. Sonrío aún mas al pensar en eso.  -Gracias. Gracias. Gracias.-le digo mientras picoteo sus labios. 

-¿Cómo le vas a llamar?-me pregunta. 

-Querrás decir cómo le vamos a llamar, ¿No?-digo alzando una ceja.-El perro también es tuyo. 

-Pareces una niña pequeña.-dice sonriendo. 

-¡Oh, cállate Manuel!.-exclamo mientras golpeo su brazo juguetonamente. Nuestra nueva mascota vuelve a llorar, en señal de que tiene frío. Como han podido notar, me encantan los animales. Me apasionan, desde muy pequeñita me gustan y por eso soy ese tipo de personas que todos los perros o animales dómesticos que se encuentran abandonados, se lo llevan a su casa. Normalmente me los quedo hasta que les encuentro un dueño, pero este me lo voy a quedar.  Le arropo con mi abrigo, y deja de llorar automáticamente. Pobrecito.  -¿Cómo le podemos llamar?-vuelvo a preguntar a Manuel. 

-No lo sé, nunca he tenido ningún animal.-admite. 

-Vamos, no es tan difícil. Piensa en algún nombre con un significado especial para tí, será mas fácil. Él alza una ceja, indicándome que tiene un nombre perfecto para el nuevo miembro de la pandilla. 

-Angela.

-¿Angela?

-Sí. Proviene de Los Ángeles, que es donde empezó lo nuestro.  Sonrío abiertamente, sabiendo que ha dado en el clavo. Me acerco a él para volver a picotear sus labios, pero Angela empieza a ladrar cuando faltan apenas unos milímetros para que se rocen. 
-Este perro me odia.-gimotea Manuel. Vuelvo a sonreír y picoteo fugazmente sus labios.  -Como nos moleste esta noche la tiro por la ventana.-dice Manuel mirando fijamente a Angela. 

-Cuando la tires por la ventana vas tú detrás.-afirmo. 

-¿Vas a dejar que un perro estropee nuestra noche de pasión?-dice divertido abriendo mucho los ojos. 

-No digas tonterías.-digo riendo.- Angela es una perrita buena y esta noche dejará que sus papis hagan lo que quieran. 

-¿Sus papis?-dice mirándo con desprecio. Vuelvo a reír a carcajadas y golpeo su brazo. 

-¿Nos vamos ya al hotel?-me susurra enroscando su brazo en mi cintura. 

-Si. Llama a un taxi mientras yo le mando un mensaje a Tiffy. 

"MI ENEMIGO"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora