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-May. Despierta.-susurra Manuel en mi oído mientras me da cortos besos en los labios. Aún tiene su brazo rodeando mi cintura firmemente, acercándome a él. 

-¿Por qué?-gimoteo con los ojos cerrados. Anoche nos dormimos tarde y no he recuperado el sueño atrasado. Por mucho que me guste estar con él, quiero dormir. Pero a su lado, claro está.  -

Son las doce del mediodía. Podríamos ir a dar una vuelta, hace muy buen día. ¿No? 

-Jo Manuel un poquito más, ¿Va?-le digo intentando que me deje dormir. De repente, en un movimiento rápido, tira de las sábanas dejándome completamente desnuda, y con frío. Ah, y sueño. 

-¡Eh tu!-exclamo abriendo los ojos mientras intento taparme un poco. 

-No te escondas tontorrona, no es la primera vez que te veo desnuda.-Admite alzando una ceja mientras se levanta de la cama. 

-¿Y tú por qué te has puesto calzoncillos? No te escondas tontorrón, no sería la primera vez que te veo desnudo.-Digo imitando su frase anterior alzando una ceja. 

-No seas idiota.-Ríe.-Venga levántate. Obedezco a regañadientes, y me dirijo al cuarto de baño dispuesta a darme una ducha. Supongo que saldremos a desayunar fuera, ya que aún no tenemos comida en la casa. 

-Voy a ducharme.-Le digo a Manuel mientras cojo la ropa que me pondré hoy. No es nada del otro mundo, un vestido blanco sencillo y unas cuñas marrones. Con el bolso a juego, como siempre.  Habréis podido notar que soy una fanática de los vestidos, de los tacones, y de los bolsos. Soy bastante femenina. Aunque les confieso, que cuando era adolescente era todo lo contrario a ahora. Solamente vestía faldas o vestidos para ocasiones especiales, y solía vestir en chándal prácticamente casi todos los días. Jugaba al fútbol, al baloncesto, y prácticamente a todos los deportes que consistiera en tener un balón. Era mi pasión. Pero eso es otra historia que contaré pronto. 

-¿Puedo ducharme contigo?-contesta haciendo pucheritos. ¿Y quién puede resistirse a esa carita de bebé?  Pero aún así, le haré sufrir un poco. 

-No sé...-Imito un tono pensador.-Tú no me has dejado dormir más, ¿Debería yo darte el placer de ducharte conmigo? 

-Chaparra, chaparra... Lo que te gusta hacerme sufrir.-Dice negando lentamente con la cabeza, sonriendo.-Hay que ahorrar agua, ¿No te lo han dicho nunca? Ambos reímos, y nos acercamos para besarnos de nuevo. ¿He mencionado antes que estaría toda la vida besándolo? 

-Voy a llenar la bañera.-Susurro a centímetros de sus labios.

-No tardes.  Desaparezco del salón y vuelvo a dirigirme al cuarto de baño. Enciendo el grifo y dejo que la bañera se llene, cosa que no tarda en hacer. Le hecho sales de baño y hago un poco de espuma.  -¿Te he dicho que te quiero?-Me susurra Manuel al oído, de repente. Coloca sus manos alrededor de mi cintura y su cabeza en el hueco del cuello, tal y como estábamos en la discoteca en Los Ángeles. 

-Creo que no.-Miento. Me lo ha dicho un millón de veces, al menos. 

-Pues lo hago.-Admite.-Locamente. Sonrío y puedo notar su sonrisa también. Beso su mejilla y me quito el albornoz que anteriormente me había puesto para no andar desnuda por la casa. Es algo que odio. Manuel se quita los calzoncillos, y nos introducimos dentro de la bañera.  -Esto es mejor que todo el chocolate del mundo.-Dice sonriendo. 

-Estoy de acuerdo. Aunque esto, y todo el chocolate del mundo, sería aún mejor. 

-Tienes razón. 

-Todavía no me has explicado cómo me has dado la sorpresa. ¿Los demás siguen allí, no? 

-Sí, les dije que me habían llamado de la Universidad diciéndome que había habido un problema con la matrícula de este año, y me vine.-me cuenta indiferente.-Aunque las chicas sabían que venía para verte. Todos lo sabíamos, menos tu hermano. No sospecha nada de nada. 

"MI ENEMIGO"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora