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-¿Si?-digo a través del teléfono. 

-¡Hija!-escucho, y sonrío automáticamente. 

-Hola mamá. ¿Cómo estás?-Noto cómo se empiezan a inundar mis ojos y pestañeo varias veces para evitar llorar. Tengo que evitar derrumbarme, al menos, cuando esté mi madre presente. No quiero que piense (sepa, más bien) que lo estoy pasando mal.  -Que alegría volver a hablar contigo, cariño. Te echamos muchísimo de menos.-admite. 

-Y yo a ustedes, mamá.-confieso. Cómo siga diciéndome cosas así romperé a llorar. 

-¿Cómo estás? 

-Estoy bien. Cómo siempre.-digo indiferente. Aunque no es así. 

-Me alegro mucho cariño-suspira.-Y...¿Cómo vas con tu supuesto príncipe azul? 

-Rompimos hace una semana.-confieso. 

-Lo siento muchísimo cariño, ¿Estás bien? 

-No pasa nada mamá. Ya lo he superado, no era tan perfecto como yo pensaba. 

-María Teresa, ¿Hay otro, verdad?-me pregunta sin andarse por las ramas. ¿Cómo puede saberlo a través de un maldito teléfono?  Suspiro, y no hace falta decir más para que mi madre sepa que es un sí rotundo.  -Cariño, no hace falta que me ocultes nada, sabes que siempre vas a poder confiar en mí.-me dice tiernamente. Que alegría poder presumir de tener a la mejor madre del mundo.-¿Quién es? 

-Es de aquí.-miento.- Pero...no estamos pasando por un buen momento. Tú ya me entiendes.

-Hija, te tengo que dejar.-dice apenada.- Llámame cuando necesites algo. Lo que sea. 

-Sí mamá, lo haré. Los quiero muchísimo. 

-Y nosotros a tí.- escucho y cuelgo rápidamente. Sigo andando por los enormes pasillos del hotel hasta llegar a mi habitación. Contemplo la puerta, la maldita puerta. Miles de recuerdos vuelven a aparecer y niego rápidamente evitándolos. No he pasado muy buena noche, he estado pensando en Manuel. En él, en su forma de ser, en sus besos, sus tonterías, sus piropos... Pero sobretodo, esperando a que volviése a por mi y lógicamente no lo ha hecho. Golpeo la puerta un par de veces y al cabo de unos eternos segundos, un muy despeinado y sexy Manuel aparece. Lleva únicamente unos bóxer negros, y es muy, pero que muy tentador. 

-Hola.-susurra mirándome fijamente, cómo si no se creyera que fuése yo la que acaba de llamar a la puerta. 

-Hola.-susurro tímidamente.-¿Puedo pasar? 

-Claro.-dice apartándose de la puerta, dejándome pasar. 

-Vengo a cambiarme.-explico. 

-No tienes que excusarte, es tu habitación también. Asiento, y me dirijo al armario en busca de la ropa que me pondré hoy. Después de coger unos shorts y una blusa, me doy la vuelta y puedo notar como me derrito. Manuel en bóxers, fumando al lado de la ventana, despeinado, mientras me mira fijamente, puede resultar muy sexy. Hace una idea de el calor que tengo ahora mismo. Madre mía. 

-¿Qué?-dice sonríendo, intentándo peinarse un poco con los dedos. 

-No hagas eso.-digo seria. 

-¿El qué? 

-Nada. Déjalo.-digo mientras desaparezco por la puerta de la habitación.

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  "¿Nos vamos de compras?"  Leo el mensaje que me acaba de mandar Isa y sonrío como una tonta. Esto es lo que me hace falta, una mañana de compras con una amiga. "Paso por tu habitación en cinco minutos." Corro hacia el cuarto de baño de la habitación de Tiffy y Regi a maquillarme y después de cinco minutos, Isa y yo nos dirigimos hacia el centro de la ciudad. 

-¿Qué tienen tú y Manuel entre manos?-me dice pícaramente alzando una ceja.

-Nada. Nos hemos olvidado de lo que pasó la otra noche, y todo vuelve a estar igual que antes.-vuelvo a mentir. ¿Cuántas veces habré mentido ya hoy? 

-Mientes.-dice sonriendo.-Se te nota en la mirada. 

-¿Qué?-exclamo.-¡No! 

-No mientas más. Los ví en la discoteca la otra noche.-confiesa.  Suspiro y asiento cabizbaja.  -No pasa nada tonta.-dice acariciándome el hombro.-No sabes cuánto me costó distraer a tu hermano para que no los viese.  Mis ojos y mi boca se abren formando una gran O.  -Tranquila, no los vio y tampoco creo que sospeche nada.-confiesa.  -

Menos mal.-respondo aliviada. 

-¿Qué pasó anoche?-dice pícara.-Te fuisteis antes que los demás. 

-El caso es qué debió pasar. Nos fuimos para continuar los besos que nos dimos allí, en el hotel. Pero nuestra tarjeta la tenía Tiffy, nos pusimos a hablar... Y la cagué.-suspiro. Dirijo mi mirada hacia Isa, que me mira apenada deseando que continúe.  -Le pregunté qué planes tenía para el futuro en nuestra "relación"-digo haciendo comillas con mis dedos.-Y contestó que no se había parado a pensarlo, y me preguntó por los míos. Le contesté todo lo que pensaba, todo lo que sentía y al parecer no era lo mismo que él esperaba. Me dijo que él buscaba algo serio, que se había hartado de tontear con unas y otras, yo eso no puedo ofrecérselo. 

-¿No puedes o no quieres?-me dice Isa mirándome con ternura. 

-No lo sé.-confieso.-Tengo miedo. 

-¿De qué, cariño?-Dice Isa abrazándome. 

-De enamorarme. Nunca había sentido tanta atracción por alguien, ni si quiera por Carlos. Cuando no estoy con él me siento perdida, sola y no sé que hacer, Isa. 

-Eso se llama amor.-susurra.-Y apuesto lo que sea a que él está igual que tú. Tienes miedo de haceros daño, de quererlo más que a vosotros mismos y a eso, se le llama amor. Asiento con la mirada perdida, intentando comprender todo lo que me está diciendo. 

-Entonces, ¿Estás ya preparada para comprar todo lo que podamos?-dice sonriendo de oreja a oreja. 

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-Este vestido te quedará genial.-dice Regi enseñándome un vestido verde, corto, de manga larga y escote redondo. Sencillo, pero me gusta. Esta noche hemos decidido juntarnos para cenar, ya que Isa y José Manuel aseguran tener una noticia importante que darnos. No sé con que nos sorprenderán ahora. Un rato después de llegar de compras, la pareja nos ha mandado un mensaje y a veinte minutos de la cena, aún no sabemos qué ponernos. Esto es lo malo de ser mujeres, queremos impresionar siempre. Me coloco el vestido y Regi tenía toda la razón. Me queda genial. Tiffy aparece en la habitación y me silba, halagándome. 

-Que guapa estás, May.-me dice sonriendo. 

-No más que tú.-Y es verdad. Tiffy siempre ha sido la más guapa de todas. Esos ojos verdes matan a cualquiera, a parte de ser muy tierna y claramente, eso llama mucho la atención, si cuentas también ese cuerpo de modelo.  Una vez que ya estamos todas listas, salimos de la habitación y nos dirigimos hacia el comedor. 

-Qué hambre tengo...-murmura Regi sentándonos en la enorme mesa. Aún no ha llegado nadie y como buenas amigas que somos, no podemos empezar a comer sin que hayan llegado los demás.  Poco a poco van llegando, y al fin podemos empezar a comer. Regi no es la única que se muere de hambre, pues ninguno ha dicho nada desde que hemos empezado a comer. 

-¿Cuál es la gran noticia que tienen que darnos?-dice Manuel antes de beber un sorbo de su bebida. 

-Bien...-dice Isa mirándo a su prometido. 

-Espera. Antes de que empieces quiero decir yo algo.-interrumpo a mi cuñada. Todos me miran con cara de extrañados y al fin puedo confesar algo que llevo escondiendo todo el día.  -Vuelvo a México.

"MI ENEMIGO"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora