Todavía Yurio no podía creer todas las cosas que le había dicho Victor hace apenas ayer, tenía razón con respecto a su medio-hermana pero qué podría hacer ahora, tratar de disculparse con Victor por haberle dicho que su mayor anhelo era verlo caer. Cuando evidentemente era caso contrario, lo que quería decirle era que lo amaba y que había accedido a colaborar con Talia para ganar su atención.
Yurio solo tuvo que suspirar, pedirle disculpas a Victor era imposible, puesto que el joven estaba obligado a pasar otra vergüenza, y no dudaba que Victor lo viera como un niño caprichoso y consentido. Lo más que podía hacer era sobrevivir con el orgullo y tratar de ganarle a Víctor y aquel cerdo mojigato. Sin más al día siguiente, Yurio fue al establecimiento de los super-star.
La academia de los Super-star era un edificio grande que contaba con las mejores instalaciones para el patinaje artístico. Los estudiantes de la academia eran masculinos al igual que los profesores siendo Talia, la única fémina en la escuela, puesto que ella a pesar de ser mujer, consideraba que las profesoras eran débiles y corruptibles, siendo ella, según en sus propias palabras una excepción. Cuando Yurio llegó a las instalaciones para empezar a practicar a manos de Talia, el ambiente se le hizo extremadamente competitivo, los chicos lo miraban como si fuera un bicho raro o alguien que no tenía la suficiente capacidad para cumplir con ellos.
El chico ignoró aquellas estúpidas miradas y fue a ponerse sus patines, apartado de los demás chicos que no dejaban de mirarlo ni un solo instante. Uno de ellos, un chico fornido de cabello corto despuntado, ojos oscuros, y piel broncínea se le acercó y se puso enfrente de él. Yurio sintió como alguien lo miraba con avidez, y eso simplemente le molestó. No iba a socializar con nadie de la estúpida academia de Talia, él solo estaba allí para ganarle a Victor no para hacer amigos. Yurio subió la mirada, esperando que el chico que tenía enfrente lo entendiera y lo dejará solo, pero éste en cambio le dio una mirada desafiante.
- ¿Por qué estás aquí?
-No te importa. Gruñó Yurio-.
El chico de cabellos rubios intentó alejarse pero el chico de cabello desordenado lo detuvo del brazo, y le dijo.
- ¿Eres hermano de la señorita Talia, no?
- Medio-hermano.
- ¿Y cómo te llamas?
- Si te lo digo ¿me dejarás en paz? No vengo aquí para hacer amigos, vengo a competir y ganarle a un idiota.
- ¿un idiota? ¿acaso te lastimó?
Yurio se le quedó mirando al chico fornido que tenía enfrente, ¿Víctor lo había lastimado? El chico de cabello rubio se acordó de la promesa que Victor le había hecho cuando era joven, y cómo de un día para otro lo había dejado abandonado por un cerdo insignificante. ¿Qué si Víctor lo había lastimado? Obvio que sí, pero ahora sabía que para no ser menos con él, tendría la ocasión de humillar a su pupilo y congraciarse como el mejor dotado del patinaje sobre hielo. El muchacho respondió afirmativamente y con un empujón apartó aquel extraño de su camino, no le gustaba discutir cosas personales con gente desconocida o que ellos notaran que era débil.
El chico fue a la pista de patinaje donde lo estaba esperando su medio-hermana en compañía de Yakov y otros tres jugadores que Yurio no conocía, en cuanto él llegó, Talia lo tomó del hombro.
-Bien Yakov, a partir de hoy, yo entrenaré personalmente a mi hermano menor.
-mmm. Dijo Yakov, frunciendo el ceño.-. Al igual que muchos otros patinadores, Talia había sido alumna de Yakov, y se podría decir que él la conocía mejor que nadie. Sabía que podría ser severa así como también traumatizante. Por esa razón Yakov dijo. - Talia no sé que es lo que estás tramando pero no me gusta para nada cómo tratas a tus alumnos. Creo que Yuri estaría mejor con mi esposa.
-Solo trato a mis alumnos con la dureza que necesitan para ser los mejores. Que tú no quieras explotar sus habilidades es otra cosa.
Yakov frunció el ceño ante aquellas palabras. Yurio se le quedó mirando a Talia quien miraba la escena con un deje de sadismo pero una mirada determinada y austera. Como si intuyera que Yakov le permitiría entrenar a Yurio y efectivamente eso fue lo que pasó puesto que el entrenador viejo y reacio dijo cruzándose de brazos.
- Muy bien, te dejo entrenarlo. Pero seré yo quien supervise cómo será su entrenamiento. Si veo que lo tratas mal o que lo induces a una de tus prácticas extrañas me olvido que fuiste alumna mía y me lo llevo.
-Puedes quedarte a observar si quieres, querido.
Durante las próximas horas, Yurio patinó bajo el entrenamiento de su hermana, las lecciones con ella no eran diferentes que las de Yakov, aunque desde la perspectiva de Yurio eran muchísimo más agresivas. En el patinaje, Talia lo alentaba a no sólo ser el mejor sino a que superara a los que no fueran tan aptos como a él. Y cada minúsculo error, era sinónimo de una gran humillación la hermana de Yurio cuando él o uno de sus patinadores cometía un error Talia lo retaba para que lo volviese a cometer y se burlaba sin escrúpulos.
Yurio solo había cometido solo un par de errores y cuando había superado a mucho de los estudiantes de su hermana, Talia le puso una prueba todavía más difícil. De entre sus estudiantes, ella escogió al chico que se le había acercado anteriormente. Yurio se sorprendió porque era el chico que se le había acercado hace rato.
-Otabek-. Dijo la mujer.
El chico de nombre Otabek se acercó a la pista, y se le quedó mirando a Yurio con una mirada ahora indiferente.
- Otabek, mi hermano menor, ha derrotado a casi todos mis alumnos. ¿eres tan bueno como él o eres otro incompetente?
- Seré mejor que él tanto física como mentalmente, señorita Talia.
-Bien hazme sentir orgullosa.
Otabek asintió, Yurio y su hermana se alejaron y se sentaron en los asientos del publico. Otabek soltó un fuerte suspiro y comenzó a patinar la sonata nocturna 9 de Chopin. A Yurio le pareció que Otabek bailaba de una forma fluida casi semejante a la de Víctor, sus movimientos denotaban cierto aire de tristeza y un poco de melancolía. Cuando le tocó hacer los saltos casi todos los clavó y sólo se cayó una vez. Yurio tragó saliva obvio que el muchacho era demasiado bueno para ser superado. Cuando terminó de patinar la sonata nocturna 9 de Chopin, el chico dio una leve inclinación y salió.
-Bien ahora es tu turno, Yurio.
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I never even told you
RomanceYuri Plisetsky se sintió traicionado cuando su entrenador Victor Nikiforov decidió entrenar a un insignificante chico japones. Pero sobre todo frustrado consigo mismo porque nunca le pudo a decir a Victor lo que realmente sentía por él, ahora que Vi...