Tres

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Luego de ver a varios amigos brindar en un bar, a Natasha se le ocurrió que no podía ir con las manos vacías, así que entró a un supermercado y compró dos botellas de champaña —por si una no alcanzaba— de la mejor marca que encontró. Pagó en efectivo y retomó caminó a la casa de Barton.

A medida que se iba acercando, comenzaba a preguntarse con más insistencia si no se había equivocado de calle porque cada vez que avanzaba la gente en la zona disminuía, los negocios y bares iban desapareciendo, las calles se notaban un poco más solitarias y descuidadas, y los edicidio más viejos y maltratados. No creía que Barton viviera en barrió así. SHIELD le había proporcionando un lindo departamento en en centro de la ciudad a Natasha hace un mes atrás, le sorprendió que no hayan hecho lo mismo con Barton, que es agente hace ya varios años.

Revisó la dirección en su celular y luego chequeó el letrero con los nombres de las calles. Estaba en la correcta. Se dispuso a buscar el edificio donde él vivía, ignorando todo lo demás.

Cuando lo encontró, volvió a revisar la dirección en su celular para asegurarse y observó la fachada. El edificio no era muy alto, tenia ocho pisos y se notaba que era viejo por lo descolorido de los ladrillos de las paredes, pero no era feo. Subió los escalones hasta la puerta de entrada y como el portero estaba ahí, la dejó pasar.

Luego de unos minutos en lo que se tardó en subir al tercer piso, ya se encontraba golpeando la puerta del departamento. Ésta se abrió pasado unos segundos.

—Hey, Romanoff. —La recibió con una sonrisa. Ella se la devolvió y lo observó de pies a cabeza. Le resultó extraño verlo vestido con ropa que no sea casual o el uniforme de SHIELD. Tenía puesto un pantalón de vestir negro, zapatos del mismo color y una camisa de un tono violeta muy clarito. Al parecer le gusta ese color, Romanoff se guardó ese dato en su memoria por si lo iba a necesitar en un futuro. Se lo notaba más fresco y relajado, se nota que había dormido esa siesta.

Él abrió más la puerta y le hizo una seña para que pasara. Ella dio varios pasos hacia adentro y se detuvo para darle la bolsa.

—Traje champaña —le dijo. Él le agradeció y tomó la bolsa.

—¿Guardo tu abrigo? —le preguntó y ella asintió. Barton se puso detrás de ella para ayudarle a quitárselo y Romanoff observó por la puerta que dirigía al living que había más invitados, sentados en los sillones.

—No me dijiste que habías invitado a más gente.

—No lo preguntaste —respondio él, todavía a sus espaldas—. Además, si te lo decía no ibas a querer venir.

Barton fue hasta un pequeño armario situado cerca de la puerta y guardó el abrigo.

—Ven, te los voy a presentar —dijo y la guió hasta el living—. Por cierto, te ves muy bien, Romanoff.

A Barton le gustaba la idea de que se haya arreglado solo para ir hasta su casa. La había visto mucho más elegante durante alguna misión, pero esta vez la sencillez la hacía lucir mucho mejor que en ese entonces. Su pelo largo y rojo y su maquillaje tenían un aire natural, aunque más arreglado que de costumbre y su atuendo era un pantalón negro bien al cuerpo, una blusa blanca, un blazer negro y zapatos taco aguja del mismo color.

Cuando los dos ingresaron al living, casi todos los pares de ojos que se encontraban en ese lugar los observaron.

—¡Al fin! —exclamó una joven, que estaba sentada en un sillón individual, con un vaso de soda en su mano y una gran sonrisa en su rostro.

—Ah, miren. Por fin Clint nos va a presentar a una novia —comentó un hombre. Natasha lo observó y el gran parecido que tenía a Barton la sorprendió.

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