No hubo más palabras. Solo se limitaron a volver la vista al televisor como si nunca se hubiera dado lugar a lo hablado, con las copas de champaña llenas y todavía sentados bien juntos.
Pero ninguno en realidad estaba prestando atención a la trama de la serie. Romanoff estaba imaginando como hubiera sido esa cena de fin se año con sus padres si la KGB nunca la hubiera raptado y Barton no pudo evitar recordar con tristeza la vez que con su hermano pasaron año nuevo en las frías y peligrosas calles solos, cuando él era un niño y Barney apenas rozaba la adolecencia.
Cuando el capítulo estaba por terminar, Barton se puso de pie y sin decir nada se dirigió a la cocina. Romanoff lo vio asomarse segundos después a la puerta del living con la otra botella de champaña fría en la mano.
—Ven —le dijo, y le hizo una seña con la cabeza para que la siguiera—. Y trae las copas.
La pelirroja estaba un poco confundida pero hizo lo que el arquero le pidió. Tomó las copas y lo siguió hasta la puerta del departamento. Ahí lo esperaba él, mientras se ponía una campera.
—¿A dónde vamos? —preguntó Romanoff.
—Arriba. A la terraza —contestó, y le entregó el abrigo a la espía. Esperó a que se lo pusiera y ambos abandonaron el departamento.
Con el viejo y ruidoso ascensor subieron los cinco pisos que faltaban hasta llegar a la terraza y después unas escaleras más. Barton abrió una puerta metálica un poco oxidada y con una señal le cedió el paso a Romanoff. Ella ingresó a la terraza, pero no se fijó en lo simple, descolorida y desierta que era ésta, sino en la vista que brindaba. No era nada extraordinario, pero la ciudad se veía muy bella desde allí, parecía como si la ubicación del edificio brindara un ángulo perfecto que favorecía a ese panorama. Se acercó al borde y apoyó sus brazos en la baranda. Barton se unió, posicionándose al lado de ella, retomando la cercanía que compartían dentro del departamento.
—¿Por qué acá? —inquirió ella.
—Porque —sacó su celular del bolsillo de la campera y miró la hora. Volvió a guardarlo—faltan muy pocos minutos. Además, me gusta ver los fuegos artificiales —agregó y con el dedo índice señaló un punto determinado de la ciudad, bien a lo lejos—. Siempre tiran fuegos artificiales en aquella dirección y únicamente de acá se puede ver bien. ¿A vos te gustan?
Natasha quitó la mirada del sector de la ciudad que le había señalado Barton para mirarlo a los ojos. La verdad era que eso le era irrelevante; los estallidos, el brillo y los colores no le importaban mucho, pero al parecer al arquero sí, por eso respondió asintiendo con la cabeza. Él le sonrió con un poco más de emoción. Natasha se dio cuenta que le gustaba ver más esa sonrisa en el rostro de ese hombre que los mismos fuegos artificiales.
Dejaron que el silencio tomara lugar entre ellos mientras observaban las calles poco transitadas, las luces de los edificios, el movimiento escaso de la ciudad. Luego de unos segundos, Barton volvió a hablar, sin quitar la mirada de en frente.
—Ya sé que es muy típico y casi estúpido ponerse a analisarlo justo en este momento pero ¿qué tal tu año? ¿Fue bueno?
La pelirroja recorrió con la mirada una calle a lo lejos al mismo tiempo que su mente viajó a cada recuerdo de ese año que se encontraba guardado en su mente. Varias imágenes que creía olvidadas le dieron escalofríos, pero ella culpó al viento helado que azotaba esa terraza. No supo qué contestar, bajó la mirada y se dio cuenta que estaba tocándose las manos de una forma nerviosa; dejó de hacerlo y se llevó las manos a los bolsillos de su abrigo. Se alivió de que él no haya notado eso.
—Tuve mejores —respondió luego de un momento, en el cual Barton esperó pacientemente—. ¿Y el tuyo?
—Fue una mierda.

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NUEVO
FanfictionClint invita a Natasha a festejar año nuevo en su casa. |Historia corta| -itsamelon, d. 2016