Capítulo 01: Altis.

54 2 6
                                    


A la lejanía de aquel bosque perdido se encontraba un joven de espaldas, intenté acercarme a él pero tan pronto como di un paso éste desapareció desconcertándome más no asustándome. Busque a los alrededores con mi mirada intentando ver una silueta pero después de un rato me di cuenta de que la única persona en ese bosque era yo.

Me encontraba pérdida, desesperanzada y con unas enormes ganas de encontrar un árbol alto en el cual amarrar mi soga y finalmente colgarme en ella. Parecía una grandiosa idea cuando vi el umbral que me llevaba hasta lo más profundo de aquel bosque frondoso pero ahora que me encontraba entre todos esos árboles me pregunté si acabar con mi vida haría diferencia alguna.

— No lo harás —me respondió alguien a mis espaldas sobresaltándome.

— ¿Quién eres tú? —lo encaré esperando que fuese el mismo chico que de espaldas había visto.

— Guardián de este bosque.

Desafortunadamente el chico era otro pues el pelo de este no era negro sino castaño claro.

— ¿Guardián? —me burlé. ¿Existía algo cómo eso?

— Cuido el bosque de personas como tú. Que buscan quebrantar su pureza con desespero e ignorancia.

— Es sólo un bosque amigo.

— Eres sólo una persona, morir forma parte de tu destino. ¿Por qué manchar la tranquilidad y belleza de este bosque con tu oscura alma llena de pecados, errores y tristezas?

— ¿De qué estás hablando?

— Si quieres morir ve a la calle 71 y frente a un auto colócate. Dado su velocidad será imposible frenar. Morirás.

Retrocedí unos pasos percatándome de que aquel joven castaño conocía mis intenciones.

— Y si intenta evadir tu deseo por la muerte entonces estos morirán.

— ¿Por qué?

— Me has preguntado si morir haría alguna diferencia. No la hará, tanto como si mueres o no el curso del mundo seguirá siendo el mismo. El sol saldrá por las mañanas y la luna por las noches, las personas seguirán falleciendo de maneras trágicas y tus conocidos seguirán llorando, riendo, culpando contigo o sin ti.

— ¿Por qué me dices todo esto? —Espeté al borde de las lágrimas—. ¡Eres un insensible!

— Y tú alguien egoísta. Esperando que el mundo gire a tu alrededor y conspire a tu favor —respondió con seriedad el muchacho—. Queriendo escapar de lo que tú sembraste y te niegas a cosechar. Egoísta a medias. Queriendo que vean por ti sin que tú veas por ti antes. Egoísta y dependiente —añadió.

— Mientes. No me conoces.

— Ni deseo hacerlo. Una persona que no valora la vida no merece vivir pero tampoco morir.

— ¡No me conoces! —repetí.

— Ve a la calle 71.

— ¿No intentarás detenerme?

— El error de ustedes los humanos es esperar por personas, acciones y cosas.

Y tan rápido como dijo aquello desapareció.

Pero no lo olvidé.

Y aun así, cuando desperté en la cama del hospital un día después de mi intento de suicidio, nadie me creyó.

Este,

Oeste,

Norte,

Sur

Y

Tú.

Mi calle 71. 

UN RINCÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora