Esperaba encontrarse con muchísima más gente dentro de la Academia. Después de todo, se suponía que al menos eran 5000 estudiantes los que se postulaban. Aunque seguramente no todos optaran por tomar el curso de preparación para los exámenes y eso haría que las cifras se redujeran dentro de la escuela.
Aquello lo aliviaba bastante, aunque ya tenía suficiente con todo el alboroto que los demás jóvenes hacían dentro del gigantesco salón. Verdaderamente era enorme, pero era de esperarse. No sabía cuántos había ahí dentro, pero sí le parecía ser una cifra incontable.
Era más que obvio que había otras clases además de ésta, pues de ninguna manera todos podrían entrar en un mismo salón.
Logró encontrar un asiento al fondo. Al parecer, ese y el que estaba al lado eran los únicos lugares que se encontraban completamente vacíos. Hinata se sintió aliviado con el simple pensamiento de que no tendría que lidiar con nadie molestándolo durante esa clase, o ese día entero si es que iba a mantenerse en el mismo salón. Por supuesto, si nadie se sentaba junto a él.
Seguía pensando en Komaeda, aquel chico de cabello blanco y sonrisa despreocupada que en tan poco tiempo lo había vuelto loco. Pero sacudió la cabeza enseguida, quitando aquellos absurdos y molestos pensamientos de su mente. Ahora era momento de concentrarse, no debía estar pensando en gente que ni le importaba.
En cambio, decidió fijar su vista en el gran reloj que se hallaba justo arriba de la pizarra. Observando detenidamente cómo las manijas se iban moviendo segundo a segundo, faltaba muy poco para que comenzara la clase.
Sabía que si el reloj daba en las ocho en punto y algún profesor se dignaba a entrar al salón, entonces ningún alumno más entraría y podría asegurarse de que estaría sentado solo durante todo el día. Un gran alivio, pero al mismo tiempo le producía ansiedad el que faltaran diez segundos para que fuera la hora exacta.
Cinco...
Cuatro...
Tres...
Ya casi...
Y la puerta del salón volvió a abrirse, sorprendiendo y callando a todos los demás estudiantes. De todas formas, su cara de susto desapareció cuando se dieron cuenta de que se trataba de nada más ni nada menos que otro alumno y no de un profesor.
Igualmente, Hinata seguía horrorizado.
¿Es... en serio?
Comenzó a fijarse si había algún asiento libre por otro lado, pero no tuvo suerte. Junto a él se hallaba el último asiento y aquella persona debería sentarse allí.
Esto debe ser una broma.
-Oh, Hinata-kun. Tanto tiempo... -Komaeda le brindó una de sus típicas sonrisas cálidas, mientras que Hinata sólo mantenía fruncido el ceño-, ¿Te molestaría que me sentara aquí? Creo que no queda otro asiento libre.
...
En ese mismo instante, Hinata quería que un avión se estrellara contra la academia y él pudiera morir en el acto. Su mirada lo decía todo, el enfado se hacía notar. De todos modos, Komaeda no parecía sentirse amenazado ante su seriedad. Todo lo contrario, no le guardaba nada de rencor.
¿Por qué siempre está tan tranquilo?
-Bien, siéntate -no dijo mucho más. Sacó su cuaderno y miró hacia el frente, ahora sí una profesora había ingresado al salón. Mientras, Komaeda comenzó a poner las latas que había recogido antes sobre la mesa, una por una, y Hinata no pudo evitar el girar la vista-. Faltan algunas latas, eran muchas más.
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Olvidado [KomaHina]
FanfictionNagito Komaeda sabía que sería el Afortunado Definitivo aquel año, pero quería darle una chance a los exámenes de ingreso al Curso de Reserva. Y valió la pena, conoció a Hajime Hinata allí. Su valiosa amistad le dio esperanza, esperanza de que la ge...