Capítulo 5: La esperanza se siente increíble

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A un mes del comienzo de clases, Hinata se sentía mejor de lo que había pensado. Después de aquel catastrófico primer día, el cual hasta recordarlo le daba rabia, nada malo había sucedido. De verdad que estaba sorprendido.

Los primeros días se había mantenido alerta, porque presentía que cualquier cosa podía suceder. Además, el tener a Komaeda casi siempre a su lado no le daba mucha seguridad, siendo sincero.

Había comprobado hasta la fecha innumerables veces lo que su suerte era capaz de hacer. Desde un resbalón, hasta que a ambos le cayeran cosas en la cabeza mientras caminaban juntos. El no tan afortunado se sentía muy mal por eso, ya que no quería dañar a Hinata. Sin embargo, a este último aquella suerte le daba cada vez más curiosidad, y una pequeña "catástrofe" podía hacer el día un poco más interesante. A veces incluso les hacía soltar un par de risas, así que realmente no era algo dañino después de todo.

A pesar de todas esas inconveniencias, ambos seguían viéndose al salir de la academia. Y se quedaban juntos, a veces incluso en silencio, hasta que se hacía lo suficientemente tarde como para que Hinata se preocupase porque sus padres lo regañasen.

No sólo se veían a las salidas. Al ser Hope's Peak una academia de turno completo, a los alumnos se le daba un descanso de media hora para que pudieran almorzar. Era razonable, ya que aquél era el único tiempo libre que tenían.

En realidad, así era para los del Curso de Reserva. Los talentosos no hacían mucho en clase, o eso era lo que Komaeda vivía refregándole en la cara a Hinata. Era bastante fastidioso, se suponía que al salir de Hope's Peak tenías la vida resuelta, no al entrar...

Pero claro, tener talento tenía sus ventajas.

En cualquier caso, todos los mediodías Hinata se iba a la plaza principal de la academia a esperar a Komaeda. Esa zona era la única, además del edificio del Curso de Reserva, donde los talentosos y los estudiantes regulares se juntaban a pasar el rato.

De todas formas, Hinata era el único de su clase que salía del salón para ir a aquella plaza. Era bastante pintoresca, con una bella fuente resaltando el centro del parque. Pero parecía que a sus compañeros eso no les importaba en lo absoluto.

Es más, los primeros días que había decidido salir a almorzar allí, Kuzuryuu comenzó también con los cuestionarios.

—¿Vas a ir a ver al malvavisco? —había dicho una vez ella.

—¿Ah? —Hinata al principio no sabía cómo reaccionar ante aquellos "apodos", era lento para pescarlos.

—Ese tal Komaeda, ¿su pelo no tiene la textura de un malvavisco? Bueno, de lejos parece así.

Y ese no había sido el único apodo absurdo....

Chico nube.

Corderito.

Algodón de azúcar.

Etcétera...

Y más etcéteras...

Hinata se había logrado enfadar un poco las primeras veces. En plan, ¿por qué ella tenía que ser tan cruel?

Pero pronto se le ocurrió pensar que Kuzuryuu realmente no tenía malas intenciones. Simplemente, no se le daba bien tratar con cariño a la gente y se hacía notar.

Por supuesto, llegó un momento en el que Hinata quería saber qué clase de apodo la rubia le pondría a él, y no tardó mucho en descubrirlo.

—Eres un perrito faldero, ¿sabes? Creo que podría llamarte así: "Hinata el perrito faldero", ¿qué te parece? —Kuzuryuu comentó antes de que el moreno abandonase el salón ese mismo mediodía.

Olvidado [KomaHina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora