Capítulo 10: El color de la desesperación

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Hinata recordaba ir a la Academia dos años atrás, recordaba que los árboles fueran más verdes y el cielo más azul. Sin embargo, ahora mismo los colores brillosos no los percibía. El panorama lo podía comparar con la mismísima escala de grises, así se sentía cuando iba de camino al instituto...

La charla del día anterior con Natsumi le había devuelto un poco la paz a su mente, pero la oscuridad avanzaba rápido a la hora de apoderarse de su cuerpo. Era de esperarse después de tanto examen médico. Le gustaría que sus emociones estuvieran más atenuadas que ennegrecidas, pero no podía hacer nada al respecto. Simplemente, debería lidiar con ello.

Se acercó a la entrada del instituto, aquella donde los estudiantes ya no iban en orden hacia el edificio que les correspondía. Consecuencia de la libertad, no había otra explicación para eso.

De todos modos, por más que hubiera desorden, encontraba su límite antes del caos. Sabía que era así, pues así debía ser. Aun así, se halló con que el límite había sido quebrantado.

Hinata se detuvo antes de cruzar la entrada, podía presentir que algo andaba terriblemente mal. Miró hacia la calle, dos patrullas de policía estaban estacionadas con las luces encendidas a tope, comenzó a parpadear con rapidez como si fuera a acostumbrarse en algún punto a ello. Quizás al mundo lo veía gris, pero el llamativo color de esas luces era incluso más tenebroso que la mismísima oscuridad.

Cuando enseguida volvió la vista a la academia, se encontró con que el desorden se había vuelto caos al fin. Como cuando al pisar un hormiguero las hormigas de alrededor corren despavoridas sin saber adónde ir, exactamente así era. No obstante, intentó hacer su camino hacia la raíz de tanto alboroto.

Era demasiada gente. Lo asfixiaba, pero no le importaba, puesto que no le quedaba otra opción más que unirse a los demás. Después de todo, parecía que ningún estudiante había entrado a ninguno de los dos edificios más importantes.

No encontraba un patrón a seguir, pues los uniformes del Curso de Reserva se mezclaban con los del Curso Principal. No le cabía la menor duda de que nadie se encontraba en clase.

Sintió un fugaz dolor punzante en la sien. Con el miedo de desmayarse entre tanto barullo, posó una mano sobre su cabeza. Solo quería ver una cara conocida, cualquiera, así tal vez el rompecabezas que estaba hecho trizas en su mente podría ser resuelto, aunque fuera a medias.

Al no hallar a nadie en su campo visual, no tuvo otra opción más que seguir avanzando. Se chocaba con otros estudiantes, cada vez sintiéndose más mareado, y se aferraba a su morral con las pocas fuerzas que le quedaban. Intentaba hallar las respuestas a todo lo que ocurría, aunque apenas se podía mantener en pie. Los latidos de su corazón iban al rápido compás de su atolondrado paso. Hinata se había convertido en una hormiga más que huía despavorida.

Lo único que tenía claro era que el mayor tumulto de gente se hallaba rodeando el Edificio Principal.

Ahora la punzada atacó su pecho, del lado del corazón. No quería simplemente encontrar a cualquier persona ya, pues no iba a ser suficiente para calmarlo. Debía encontrar a Komaeda lo antes posible, tenía muy malos presentimientos. No quería creer que algo le había pasado a él, por supuesto que las posibilidades de aquello eran mínimas. Sin embargo, no podía evitar la ansiedad que se le subía a la cabeza.

Aceleró su desorbitado paso en dirección hacia el edificio principal, entre jadeos su visión se nublaba y la cabeza se le partía en dos. Tenía mucho miedo.

Se detuvo porque ya sentía que le faltaba el aire, seguramente se iba a desmayar. Eso no lo había causado el miedo. Sabía que era culpa de las pastillas que venía tomando todas las mañanas, que no le calmaban el dolor de cabeza ni tampoco le prometían estabilidad emocional.

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⏰ Última actualización: Oct 30, 2021 ⏰

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