Me perdí en la piel de tu espalda,
en el mar de tus ojos,
en esa curva par de pétalos
perfectamente diseñados
para deleitarme con su roce,
manjar de dioses son tus besos,
mi paraíso privado son tus caricias.
Desaparecen uno a uno mis miedos,
disipadas han sido las dudas.