Me gustaría domar esa fiera
que habita en tus ojos,
esa que doblega cualquier intento
de morderte la boca,
esa que hace surgir
la más sincera obsecuencia,
que me hace querer
besarte los párpados
y cada una
de tus heridas.Déjame cumplirte,
con placer,
el más oscuro de tus deseos,
ser a sumisión
la presa perfecta,
morir una
y
otra
vez
en cada gemido emitido
bajo tus dedos -o de tu peso,
tienes un mundo de caricias por dar-
y temblar
cuando tu aliento roza
la parte de baja de mi vientre.