Se me ocurre que quizá
todo es conspiración,
que en la víspera de tu llegada,
hasta el viento
soplaba más fuerte,
que la lluvia - en su melancolía -
caía con vehemencia
y las gotas
hacían de redobles,
sacudiéndome el alma;
que todo estaba
fríamente calculado,
y que el día
que estrechamos destinos
no pude más que jurar
que había estado esperándote.