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Jack cierra la puerta detrás de mí, asegurándose de no ser visto.

- ¿De qué quieres hablar?

Jack suspira y entonces lo veo con más claridad. Tiene rizos repartidos por toda la cara., mucho más de lo usual, lleva la camiseta un poco torcida y sus ojos negros están bajo unas inmensas ojeras gigantes.

- Sabes el porqué de mi visita – habla él, esquivando mi mirada – Pasó algo anoche, y me gustaría poder discutirlo como se debe

- Jack, sinceramente, no tengo ánimos de discutir esto

- Bianka, pero necesitamos discutirlo, ayer fue algo muy

- No – lo interrumpo – déjame terminar. Lamento que tú y yo hubiéramos peleado de esa forma, pero insisto, no es conmigo con quien debes hablar, sino con Alex. Es tu hermano, yosólo soy una desconocida.

Pero Jack ni siquiera se inmuta, sólo se me queda viendo con un expresión que denota su sinceridad conmigo en estos momentos – No me moveré de aquí hasta que lo discutamos con propiedad.

¿Por qué se comporta tan hartante? ¿Por qué tiene que ser tan inmaduro a veces? – Jack, en serio, no quiero discutirlo, no hay nada que discutir – él me mira con seriedad – Te perdono, ¿ves? Ya está todo arreglado. Ahora, si pudieras salir de mi habitación

- No, no puedo – espeta el pelinegro – De hecho, ahora que lo dices, tú tampoco puedes, Bianka – Sale de mi habitación y cierra con seguro por fuera, dejándome encerrada. Protesto e intento mover la manija, pero es inútil – Ni lo intentes, princesita, no funcionará para nada. Te quedarás ahí hasta que hablemos.

- Jack, no estoy jugando, no me agrada estar encerrada. Déjame salir, por favor.

Escucho su risa desde el otro lado de la puerta – Por más que me agrade esto, debo decir que esto tiene un fin meramente pacífico. Así que mejor, déjame hablar.

Cierro los ojos y comienzo a contar hasta diez, para calmar la repentina ira que siento cotra el pelinegro – No.

- No puedes evitarlo

- Si que puedo, me taparé los oídos, así no tengo que escucharte.

Jack suspira derrotado – Está bien, abriré la puerta – me comienzo a acercar a la puerta para golpear a Jack en cuanto abra, pero el sigue hablando -, pero sólo quiero que me escuches.

Rezongo de nuevo pero asiento, a pesar de que no puede verme. Él toma mi silencio como un si

- No te diré lo siento, si eso es lo que esperas – Empieza él. Yo bufo por la nariz, ¿qué clase de disculpa no tiene un lo siento en ella? – Lo lamento, Bianka, pero no lo diré. Sé las cosas que te dije, y sé que estuvieron mal, pero no me disculparé sólo por un arranque del momento. Además, sabes que lo que hicieron tanto Alex como tú estuvo mal, así que parece que tú debes disculparte conmigo.

- ¿Pero qué tonterías dices?

- Oye, oye, déjame hablar o te dejo allí adentro una semana – hace una pausa y yo aprovecho para quejarme – Ambos actuamos mal, pero fue una vez. Además, tú sólo eres una chica desconocida para mí. Sólo conozco un poco de ti y fue por investigación. Supongo que ninguno puede juzgar al otro. Pero en fin, vamos a olvidarnos del asunto y sigamos tratándonos como desconocidos.

Hay un largo silencio, que me dice que Jack ha terminado su supuesta disculpa. Entonces veo como el picaporte comienza a dar vueltas, hasta que la puerta se abre de nuevo, y aparece un Jack con un rastro de arrepentimiento en los ojos frente a mí.

Me acerco a él y lo golpeó en el pecho – No vuelvas a encerrarme, lo odio.

- Perdona, pero es la única forma en la que me escucharías – Me sonríe sin ganas – Entonces, ¿aceptas una tregua?

La Sociedad de los Perdidos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora