Hola! Antes de comenzar este capítulo, quisiera pedir disculpas por tardar tanto en publicar, pero es que he tenido una semana un tanto ocupada.
Ahora, los dejaré leer. Gracias por leerme, desconocidos!
Después de entrar a mi habitación y cerrar la puerta con cerrojo, me doy la vuelta para costarme en la cama, pues el sueño me está comenzando a cobrar factura por todas las veces que no dormí bien esta semana. Pero parece que, como una fuerza maligna, mis planes se ven momentáneamente derrocados por una maraña corta de pelo rojo, que entra junto conmigo a pesar de mis insistencias.
- No queda mucho tiempo – repite, una y otra vez, C.C – No queda mucho tiempo
- Pareces una maniaca, C.C – señalo – Deja de repetir eso, me estás comenzando a asustar.
Ella, como reafirmando mi punto sobre su locura, comienza a reir frenéticamente y sin humor - ¡Te lo dije, no haces caso! El punto de esto es que te asustes tanto que salgas corriendo como un perro de carreras – Automaticamente, sus manos se dirigen a su frente, apartando unos cabellos rebeldes.
Desde que salimos de esa bendita bodega, ella no ha dejado de hacer eso con sus manos, lo que me dice que es una especie de manía que sale a flote cuando está nerviosa, haciendo que no solo me ponga nerviosa también, porque su estado es contagioso, sino también preocupada, por ella y por aquella especie de reunión celebrada por desconocidos en la zona de carga del hotel. La reunión, ¿qué era? ¿qué celebraban? Porque es claro que celebraban algo. Entonces caigo en la cuenta.
C.C sabe. Ella ha tenido algo que ver con esa reunión.
- Dime lo que era eso – voy directo al grano –, lo que era esa reunión.
De repente, C.c, quien hacía segundos estaba inquieta y agitada, deja de moverse y me mira fijo. Pero se queda callada.
- Anda, dime.
Nada.
Estoy a punto de insistirle de nuevo, con la desesperación en mi garganta, cuando ella hace una seña silenciosa para que me calle y escuche. Agudizo el oído, pero no oigo nada. La miro confundida, pero ella sigue con lo mismo, así que lo hago. Y de repente un ruido proveniente del baño llena la habitación. No es muy fuerte, pero retumba en las paredes. Esta vez, con miedo, veo a C.C, que se acerca al baño silenciosa, extendiendo una mano hacia la perilla, girándola lentamente para abrirla. Por fin, con un movimiento rápido, la abre.
La habitación, en un principio, parece normal, hasta que el mismo ruido como de voces se escucha de nuevo. Yo me congelo en la entrada, haciendo que C.C se impaciente.
- Alguna de las dos tendrá que revisar, de todas formas – Al ver que sigo sin moverme, la pelirroja rueda los ojos – Bien, cobarde.
Ell entra, haciéndome a u lado. Al principio, avanza con seguridad, revisando detrás del retrete y en los gabinetes del lavamanos. Pero luego, una vez más se escucha aquel ruido, pero esta vez, se escucha más fuerte, haciendo obvio su origen. La bañera. Como si estuviéramos programadas para ello, C.C y yo dirigimos nuestras miradas sincronizadamente hacia la bañera. El ruido, que se hace cada vez más notorio, comienza a distinguirse cn más claridad que solo un ruido. Son voces.
-... esto es que te asustes tanto que salgas corriendo como un perro de carreras
- Dime lo que era eso, lo que era esa reunión.
Siento la sangre bajar de mi cerebro, hasta que nada es razonable para mi. O mucho me equivoco, o esas voces son
- Nuestra conversación – suelta de repente C.C, más asustada que yo – Somos nosotras.
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La Sociedad de los Perdidos
Mystery / ThrillerLa vida no es justa. Es algo que siempre supe. Desde los 9 años soy huérfana. ¿Mis padres? Desaparecieron en un viaje familiar, son dejar rastro. Yo no fui, estaba enferma de varicela y ya tenían los boletos. Que alguien los secuestro, que tuvieron...