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- Creo que me vio - Susurro, aún sabiendo que Alex está lo suficientemente lejos como para escucharnos - Mejor vámonos, Gab, no quiero meterme en problemas.

Gabrielle me observa con una mirada dividida entre súplica y curiosidad - ¡Ay vamos, Bianka! Él no va a darse cuenta de que estamos aquí, y de seguro ni siquiera te ha visto.

Suspiro, sabiendo que con ella yo jamás podría ganar nada, pues ella tiene un carácter más dominante que el mío. Yo soy, como he dicho antes, más calmada – Bien – Ella levanta un puño al aire, como si hubiese ganado una batalla – Pero si nos descubre, tú te echarás la culpa, ¿entendido?

- Si, si, lo que digas – Gabrielle balbucea.

Ella se posiciona detrás de la pared en donde nos escondíamos, empujándome de nuevo con ella. Comienzo a asomar mi rostro en la pared, pero ella me toma un mechón de pelo, obligándome a ir hacia atrás de nuevo. Acto seguido, y mientras froto mi cabeza ahí donde ella me jaló, Gabbie asoma la nariz por el borde de la pared de yeso. Después de unos segundos, veo su espalda tensarse.

- Bianka

Yo suelto dejo lo que hago y la volteo a ver a los ojos, que están mirando con dirección a lo que sea que esté al lado de la pared, pero por la posición en la que me encuentro, con su cuerpo tapando parte de mi visión, no alcanzo a ver qué es lo que ve.

- ¿Qué es, fea? – Pregunto, con la esperanza que me conteste. Pero ni siquiera reacciona a mis palabras – Oye, dime qué estás viendo, Gabbie.

Ella sigue inmóvil, así que la aparto con mi brazo y dirijo mi vista a lo que ella ve ahora. Entonces comienzo a sentir mi rostro caliente.

- Alex – Digo, en un susurro de nerviosismo.

- Bianka, Gabrielle – Responde él de forma confundida, aunque ni siquiera suena molesto - ¿Qué hacen por aquí?

- Te podríamos preguntar lo mismo, Alexander – Habla de repente Gabrielle, saliendo de su trance – Y antes de que decidas ocultar la verdad, déjame decir que te vimos en el restaurante.

Alex no se muestra para nada sorprendido con la contestación de mi amiga, muestra de que él sí me había visto espiándolo. Qué vergüenza – Pues vine a disfrutar de un delicioso Chop Suey con una un conocido, quien por cierto, cree que estoy en el sanitario. Si me disculpan

Alex hace ademán de dar la vuelta con dirección al restaurante, pero mi mano toma su manga, haciéndolo retroceder violentamente – No, ni lo sueñes, amigo. No te vas a ir y dejarnos en el limbo. O nos dices o nos dices. No hay opción.

- ¡Oye! – Se queja él, impulsando su brazo lejos de mi agarre, haciendo que lo suelte.

- Te vimos con una mujer, Alex, no nos vengas con tus cosas de un conocido - Dicta Gabrielle en un tono elevado de voz - ¡Un conocido mis!

- Hey, vamos a calmarnos todos, ¿de acuerdo? – Trato de hablar con mi voz neutral, la cual uso usualmente para calmar a Gabrielle – Alex, no te moverás de aquí hasta explicarnos todo esto, porque es bastante sospechoso en si.

Alex, a quien se le ha formado una arruguita en medio de sus cejas castañas, suspira, rodando los ojos – De acuerdo, pero no podeos discutirlo ahora. Deja que termine de hablar con Sheila y las veré a ambas en mi oficina. Ahí les explico todo.

¿Sheila? Supongo que debe ser la mujer con la que estaba comiendo. Volteo a ver a Gabrielle, quien a la vez no ha apartado su mirada sospechosa de Alex. Asiento con detenimiento.

- Bien – Accede Gabbie, aún con los ojos en Alex – Pero si no nos dices nada, te juro por mi meñique que le diré todo lo que hemos visto a Katherine, y se convertirá en tu problema.

La Sociedad de los Perdidos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora