Ella se sentó a mi lado y prendió un cigarrillo. Sus ojos verdes, podían decir mil y una cosas y entenderías perfectamente el significado de aquél pequeño pestaneo. Accedí. Lo tomé con los dedos y lo llevé a mi boca. Seguí los pasos que me había explicado pero claramente me atraganté y quedé como un estúpido. La miré y sonrió como si no importara. No puedo creer que esté aquí, sentado junto a ella, pensando. ¿Y qué si le gusto? ¿y qué si no? ¿y si tal vez un poco? No, eso era imposible. Cómo una persona como ella; alocada, rebelde, que usa botas y chaquetas de cuero, se fijaría en mí; aburrido, estricto, que usa camisas y camisetas. El estilo de ella no era como alguno que conocía, pero claramente me recuerda a Amy, esa maldita perra. Se escapa de casa, se tiñe el pelo, se tatua, tiene sexo, y no le dicen nada. Siempre va campante con su pelo rosa y vestidos negros cortos por la casa, como si nada pasara. Todos en la familia sabemos que se ha drogado millones de veces y nadie se atreve a decirle nada, ¿por qué? porque tiene 17 años. Bla, bla, bla. No puedo creerlo, a mí casi ni me dejan salir. Aunque, después de ésta, no me dejarán ni ir al colegio. Bah, que más da, les diré que me han raptado, tendrán pena por mí y, ¡listo! solucionado. Deben ser alrededor de las 4 de la mañana y ella sigue aquí conmigo fumando, sin mencionar una palabra.
-Así que... <Tomó la botella de licor que tenía a su lado, tomó un trago, y siguió> quieres saber sobre mí.
-Bueno, pues...
-No te pongas nervioso, muchos quieren.
-¿Ah sí?
-Sí, al parecer, mi vida es un misterio para ellos y quieren que les cuente sobre mí. No me interesa, no lo haría ni en un millón de años. Si quieren saber lo que soy, deben seguir los pasos correctos.
-¿Qué pasos? <Me confundo>
-Bueno, pues, los pasos. Primero debes romper reglas. Algo que tú haz hecho al llegar tarde. Segundo, debes hacerme reír, como lo hiciste tú en el estanque. Tercero, debes caerme lo suficientemente bien como para que me siente en la oscuridad a charlar, o simplemente fumar. Cuatro...
-...
-...
-¿¿¿Cuatro???
-Ya lo sabrás.
-No, dímelo, vamos.
-No puedo, no has llegado a ese paso.
-No importa, vamos.
-Lo siento, no puedo.
-Uf...
Se levanta, me da un beso en la mejilla, y se va.
Se va.
Se va.
Se va.
Maldita sea, no puede dejarme así.
Me levanto del piso y comienzo a caminar hacia la casa. Mis dedos están dentro de mis bolsillos. Tomo las llaves del auto y me largo, pero al llegar a la salida del lujoso barrio privado veo a Beth parada frente a la cerca. Tiene una botella de whiskey en la mano izquierda, un arma en la derecha y una mochila verde oscuro colgada en su espalda. ¿Por qué diablos tiene una maldita arma en la mano? Mierda, está loca. Pasó mis límites, se acabó.
-¿Qué demonios haces con un arma? Maldita sea, súbete al auto.
-¿A dónde pensabas ir?
-No lo se, por ahí. Ven aquí. <Se acercó y se apoyó en la ventanilla, dejando a la vista sus pechos. Me miró con una especie de sonrisa pervertida y levantó una ceja. Abrió la puerta y entró.> ¿Me puedes decir qué estupidez ibas a hacer? ¿Estás drogada? ¿Traes marihuana o algo raro ahí dentro? ¿Qué harás? ¿Me dirás?
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Simplemente ella.
Fiksi RemajaJames Dallas es un adolescente normal, no hace nada fuera de tono. Demasiado aburrido, así lo describirían todos. Él, por su cuenta, ha observado de cerca a la chica que es todo lo contrario a él; Beth Collings, la mas rebelde del instituto Bellric...