Capítulo 16

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Solo una vez Adele se había sentido como se sentía en ese preciso momento. Perder a un ser querido es lo peor que te puede suceder en la vida, eso era lo que creía Adele, y ya le había pasado dos veces. No lo soportaba. Su corazón le dolía demasiado, no podía dejar de llorar. Cuando el ascensor se abrió se fue corriendo hasta su cuarto y cerró la puerta esperando que Jonathan y Alex comprendieran que quería estar sola para poder desahogarse y así lo hizo. Lloró todo lo que pudo y necesitaba.
Tomó su celular y llamó a su abuela con las manos temblorosas.
—Hola...—su abuela no se escuchaba mejor.
—A...—tomó aire y se limpió las lágrimas que iban por su barbilla—. Abuela.
—Delly. Cariño—dijo Doren con tristeza.
—¿Qué sucedió? ¿Qué no... todo había salido bien?
—Eso nos dijeron pero no se qué pasó Adele. Aún no me informan nada.
—No puedo creer que esté pasando esto. No lo acepto abuela, no...
—Yo tampoco Delly pero las cosas pasan por una razón. Dios sabe porque lo hizo. Tu abuelo sufría mucho estos últimos días, tal vez—Doren hizo una pausa, las lágrimas no le permitían hablar—. Tal vez era lo mejor.
—Pero se supone que con la cirugía ya no iba a sufrir, se había acabado el sufrimiento y todo iba a estar bien. Eso era lo que se suponía—dijo Adele entre desesperada y triste.
—Lo se Adele pero no fue así claramente.
—Iré para allá. No puedo quedarme aquí sin hacer nada.
—No Adele. Tu termina lo que tenías que hacer. Yo me encargo de todo y cuando regreses...
—Tengo que ir abuela. No me voy a perder el...funeral—la palabra le dio nauseas.
—Entonces, te veré aquí Adele.
—Te amo abuela—dijo Adele ya en pleno llanto.
—Y yo a ti Delly—colgó.

Adele se quedó viendo su celular con lágrimas en los ojos. En un ataque de ira lo lanzó lejos y soltó un grito de frustración. No quería perder a su abuelo. Se había esforzado tanto para conseguir el dinero de la cirugía y los tratamientos y no había servido para nada todo su esfuerzo. Quería morirse, quería estar con él. Se puso de pie y se sentó al lado de la ventana, volteó a ver el cielo pero no había ni una sola estrella, solo nubes oscuras cubriendo el cielo. Ni siquiera la luna se veía. Abrazó sus piernas y escondió su rostro entre ellas. No podía sacar de su cabeza aquellas noches en las que extrañaba a su madre y su abuelo le contaba la historia del cielo. Ahora ambos de habían ido y Adele se sentía extremadamente sola. Un golpeteo le sacó un buen susto. Levantó la mirada y esperó a escuchar de nuevo el sonido y verificar que era real y no producto de su imaginación. Segundos después volvió a escucharlo. Alguien estaba tocando a la puerta de su habitación. Se puso de pie desganada y se limpió las lágrimas. Acomodó su cabello y respiró hondo.
—¿Quién es?
—Adele ¿estás bien? Soy Alex. Solo vine para ver si no necesitabas nada.
—No necesito nada gracias—dijo Adele con las lágrimas a flor de piel.
—Bueno, ¿podrías abrir la puerta? Te traje un emparedado del restaurante de aquí abajo, por si tenias hambre.
Adele abrió la puerta y se le quedó viendo. Alex le sonrió con tristeza y le dio el emparedado, acompañado de un refresco y una pequeña flor roja.
—Para que te sientas mejor. Se que no es muy probable que funcione pero...
Adele no pudo contener ni un minuto más las lágrimas. Bajó la mirada mientras sollozaba. Alex se acercó a ella poco a poco. Adele sintió como la abrazaba y poco a poco le devolvió el abrazo. Alex sobó su espalda para reconfortarla. Adele empezó a llorar recargada en el pecho de Alex todo lo que había retenido. Estaba cansada de aguantar las lágrimas.

—Yo lo quería mucho Alex. No tienes...una idea de cuánto.
—Me imagino que ha de ser muy duro.
—No tienes una idea.
Ambos estaban sentados en el sofá de la habitación de Adele.
—Era como mi padre. Bueno, un verdadero padre. A mí padre real nunca lo conocí—dijo Adele jugando con su pañuelo de papel.
—En serio lo lamento muchísimo Adele. Y se que estás triste pero tienes que comer algo.
—No tengo humor ni hambre Alex gracias.
—Bueno, te lo dejo por si más tarde te da hambre. Y cualquier cosa que necesites, estaré por aquí y te dejo mi numero. Te dejo para que duermas.
—Gracias Alex, en verdad gracias—dijo Adele fingiendo una sonrisa y tomando la flor.
—No es nada—Alex se quedó de pie sin saber que hacer a continuación. Adele bajó la mirada y se puso de pie. Volteó a verlo a los ojos e intentó sonreír. Alex se acercó a ella y le dio un beso en la mejilla antes de abrazarla—. Todo estará bien—le susurró. Adele sintió como se ruborizaban sus mejillas.
—Gracias—susurró ella sintiendo su corazón palpitar a mil por hora.

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