Capítulo 17

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Desperté. Típica mirada borrosa al despertar. Ni siquiera podía abrir mi ojo izquierdo ya que sobre él estaba recostada. Bostecé mientras el mundo se construía frente a mi. El buró de la habitación del hotel, la lámpara, la pared color crema, las cortinas cafés, la alfombra gris, mi sostén... abrí los ojos de golpe al ver mi sostén en el suelo. Me recargué sobre mi codo aún con el ojo izquierdo cerrado y sentí el brazo de alguien. Me asusté hasta que las imágenes de la noche anterior invadieron mi mente y me sonrojé. Me cubrí con la sábana que estaba a la altura de mi abdomen y volví a recostarme.
"¡Dios mío!"—pensé.
Sentí cómo el brazo de Alex subía de mi abdomen a mi pecho, después sentí sus labios sobre mi hombro.
—Buenos días—susurró adormilado.
No contesté. Cubrí mi cara con la sábana para que la luz del sol que entraba por la ventana no me molestara en los ojos, bueno... en el ojo.
—¿Dormiste bien?
Asentí. Me acercó más a él. Me sonrojé aún más al sentir nuestros cuerpos desnudos bajo las sábanas. Volvió a besar mi hombro, después mi cuello, luego mi oreja y solté un suspiro involuntario.
—Ale...—comencé pero tocaron a la puerta y me sobresalté. Alex se separó un poco de mi.
Ambos nos quedamos en silencio, esperando escuchar el golpeteo en la puerta de nuevo. Segundos después volvió el sonido.
—¿Quién mierda es?—dije más para mis adentros.
Me senté tomando la sábana para cubrirme. El ojo izquierdo por fin comenzó a responder. Sentí la mano de Alex en mi espalda. El golpeteo continuó aún más fuerte.
—Adele. ¿Ya estás lista?—dijo Jonathan.
Entonces todo volvió a mi mente. La entrevista, el programa matutino, a las once. Volteé a ver el reloj alterada. Eran las diez veinte.
—¡Mierda!—dije nerviosa. Me envolví en la sábana y me puse de pie rápida y torpemente.
—¡Oye! ¿Qué sucede?—dijo Alex confundido.
—Es tarde, es muy muy tarde. ¡Joder!—me golpeé en el dedo del pie y tuve que sentarme. Jonathan volvió a tocar la puerta—. ¡Ya voy! Espera Jonathan estoy arreglándome.
—Michael te maquillará allá Adele. Vamos.
—Si si ya voy. Alex—le susurré. Me puse de pie de nuevo, volteé a verlo y cuando vi que estaba desnudo me tapé los ojos—. Ponte tu ropa ya, tengo que irme de inmediato.
—Jajajaja Okay, ya voy ya voy.
—Jonathan, te veo en el lobby en diez minutos ¿Okay?—dije pegada a la puerta.
—Bien, diez minutos Adele. No más.
—Claro—volví a la cama y me encontré con Alex en ropa interior—. ¿Por qué no me levantaste?
—No sabía que tenías compromiso. Creo que esto es tuyo—dijo divertido con mis bragas en la mano.
—¡Dame eso!—se las arrebaté y lo empujé a la cama—. No es gracioso, es tarde y...—me detuvo, me tomó de los brazos y me besó. Yo sabía que era tarde, no tenía tiempo para besos pero no pude separarme de él.
—Vístete. Te veré en la tarde—dijo sobre mis labios.
Asentí atontada. Me tenía bajo su control y no me disgustaba la idea.
Entró al baño con su ropa en la mano y yo me quedé ahí parada como una tonta viéndolo. Cuando volví en mi, me quité la sábana de encima y me vestí con lo primero que encontré en la maleta, intenté arreglar mi cabello y me puse los mismos zapatos del día anterior.
"—Tienes una sonrisa preciosa y eres hermosa, pero a quien le importa la ropa y todo eso. Haces música para los oídos no para la vista. ¿Entendido?—dijo Howard".

—¿Lista?—dijo Alex sacándome de mis pensamientos. Me vi al espejo y pude ver una lágrima queriendo salir de mi ojo. Levanté la vista y tomé aire antes de voltear a verlo y asentir—. Bien, tu primero—dijo señalando la puerta. Tomé mi bolso y salí.

***

—Vuelves mañana, vuelves mañana, ¡vuelves mañana!—gritó Laura. Tuve que alejar el teléfono de mi oído.
—Lo se.
—Oye se me contagia tu emoción. No me digas que ya te gustan más las hamburguesas y las estrellas en la bandera. ¡No olvides el pescado con patatas! Inglaterra es tu casa linda.
—No me gusta más Estados Unidos. Muero por volver a Inglaterra. Ben también. No deja de decirme que jura por dios que los cigarrillos son horribles aquí.
—De seguro son horribles. Ese guitarrista fumador compulsivo debe de saber. ¿Ves? Una muy buena razón para no querer quedarse en Estados Unidos.
—Si... muy buena razón—dije apagando el cigarrillo que estaba fumando. Al darme la vuelta vi a Alex con la cámara tomándome una foto. Le sonreí y le di la espalda—. Tengo que contarte algo pero, no quiero contártelo por teléfono.
—¿Qué hiciste? ¿A quién mataste?
—Laura Santo Dios.
—¿Robaste?
—Laura dramática Dockrill. Por favor cálmate.
—¿Cómo quieres que me calme si mi amiga me está diciendo que tiene que contarme algo con voz de muerta viviente?
—No es tan grabe... creo...
—¡Laurie Blue!
—En serio tranquila. Es una tontería pero mañana que te vea te cuento ¿Okay?
—Ahora contaré las horas que faltan para verte.
—Mejor los minutos—dije divertida.
—Perra.
—Te quiero. Adiós Laura.
—Adiós—colgó.
—¡Adele! ¿Nos vamos?—gritó Ben saliendo de la tienda a la que había entrado a comprar cigarrillos.
—¿Cumplieron tus expectativas?—dije caminando hacia él.
—Claro que no. Son las mismas porquerías. Vámonos.

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