Capítulo 2

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En efecto, la vida no es igual de sencilla que en un festival lleno de gente que solo se preocupa por disfrutar. Y es menos sencilla cuando tienes a una pequeñita de cinco años que mantener, un trabajo que no es lo suficientemente bueno y... bueno... estás sola. Esa es la situación que Penny debe enfrentar todos los días. Ella solía tener sueños como todos, quería estudiar en la universidad, de hecho había conseguido un lugar en la universidad para la carrera de gastronomía, le encantaba cocinar. Sin embargo su vida dio un giro de ciento ochenta grados y tuvo que dejar perder la oportunidad. Ahora solo cocinaba para Adele cuando tenían suficientes cosas en la nevera como para hacer un sándwich o un guisado sencillo. Cuando lo hacía, Adele insistía en ayudarla y le fascinaba cocinar con ella.
Había días en los que Penny se sentía tan mal, tan triste y tan arrepentida, pero al ver a Adele corriendo por el apartamento y riéndose como la pequeñita loca que es; o cuando la veía correr hasta ella con la cara llena de alegría cuando cuando llegaba a la escuela todo tipo de arrepentimiento y miedo se esfumaba. Pero surgían otros temores... necesitaba darle una buena vida a su hija, meterla a la escuela para que Adele tuviera un buen futuro. Eso era su motor todos los días. Su hija.

Días después del festival Adele seguía extremadamente feliz. Le había pedido ayuda a Penny para pintar las paredes de la habitación con sus pinturas que le había regalado el hombre leopardo, "el gatito" como Adele lo llamaba. Entre las dos pintaron mariposas, flores, notas musicales, todo lo que le encantaba a Adele. También hizo muchos dibujos en hojas y las pegaron sobre la espacios vacíos de la pared. Ahora la habitación estaba llena de color y le daba un toque de alegría. Esa era otra pasión de Penny, la pintura, y a Adele también le encantaba dibujar y pintar. No era la gran cosa pero haber pintado la habitación con Adele había sido tan divertido que ahora cada que entraba le daba risa algún recuerdo de ese día.
Adele estaba tan contenta con su visita al festival que seguía tarareando las canciones que escuchó en los conciertos y bailaba por todo el apartamento. También le había contado a sus compañeros en la guardería y presumía todo lo que había visto. Quería ir a todos los festivales próximos.

La vida de Adele y de Penny estaba yendo bien, no tenían una gran casa, un auto o ropa de etiqueta pero, eran felices, relativamente felices.

—Penny...—Penny volteó y vio a su compañera del spa con el teléfono en mano—. Te llaman—su compañera tenía una sonrisa en el rostro.
—¿Hola?—dijo Penny tomando el teléfono.
—Hola Penny ¿qué tal?—dijo Peter.
—Hola Peter.
Peter era un gran amigo de Penny desde que se mudaron a Tottenham y sobre todo desde que Mark, el padre de Adele, había decidido que no era capaz de tener una familia. Que esa vida "no era para él".
—Penny, quería avisarte que hoy no abriremos el restaurante porque van a remodelar y pues...
—Oh... Adele estará destrozada por no poder ir a cenar su siempre fiel sopa de pasta—dijo Penny mientras acomodaba unas cosas en el escritorio.
—Jajajaja lo lamento. Pero mira, te propongo algo. ¿Qué tal si las invito a cenar al restaurante de la avenida 52?
—Me parece perfecto. Pero con una condición.
—Si dime...
—Que yo pague mi cuenta y la de Adele.
—Oh no, eso no será posible. Yo las estoy invitando.
—Peter por favor...
—Bueno, ya veremos qué sucede con la cuenta ahí. ¿Te parece?
—Bueno jaja. Entonces nos vemos ahí.
—Estupendo. Hasta más tarde Penny.
—Adiós Peter—Penny colgó.
—¿Cita con el novio?—dijo su compañera.
—Nada de eso—dijo Penny yendo hacia la sala de masajes—. Solo es un amigo, nos invitó a cenar.
—Si... un amigo. Aja...
—No sabes la historia completa, por lo tanto no entenderás—dijo Penny.
—Entiendo que ese tipo está loco por ti y te invitó a cenar.
—No está loco por mi.
—Claro que si y lo sabes. Y tu también sonríes como tonta cuando hablas con él.
—No lo hago. No quiero otra relación—dijo Penny poniéndose triste de repente.
Su compañera se dio cuenta de su error. Iba a disculparse pero llegó un repartidor.
—Vamos—dijo Penny saliendo hacia la recepción.

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