Capítulo 14

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—Señorita Adkins. Que gusto verla de nuevo. ¿Ya tiene una respuesta para nosotros?—dijo el director de XL Recordings.
—Si. Y acepto. Firmaré el contrato. Solo tengo algunos comentarios y dudas—dijo Adele intentando sonar lo más profesional posible.
—Excelente. Ajustaremos todo lo que sea posible y necesario.

Adele le comentó todo lo que había revisado con su abuelo. Llegaron a un acuerdo y esa misma tarde firmó el contrato con la disquera. Ahora lo único que faltaba eran las canciones para el álbum.
En clases se ponía escribir todo lo que se le ocurría, en la cafetería, mientras no estaba atendiendo ninguna mesa o lavando los platos también escribía, hasta que su jefe le ordenaba que dejara eso. En casa en las noches también escribía, su meta era acabar las canciones lo más pronto posible para recibir el dinero y poder pagar los tratamientos de su abuelo.

—Aún no entiendo—dijo Laura con la boca llena de pastel— por qué no has dejado esta basura de empleo.
—Porque no me pagaran hasta que termine las once canciones, mientras tanto el poco salario de mi abuela y el mío juntos alcanzan para la medicina. Mi abuelo ya no puede ir a trabajar, su jefe fue tan "generoso" como para despedirlo para que se recupere. Vaya bastardo—Adele terminó de limpiar la mesa en la que Laura estaba sentada y se dirigió a la barra, Laura la siguió—. Apuesto a que estaba contentísimo de dejar de pagarle a un empleado más.
—¿Y cómo van las canciones?
—Bien... creo. Ya tengo dos más. El viernes iré al estudio con un productor que me ayudará con la música y todo eso.
—Creo que estás haciendo todo muy rápido y sin descanso. Te vas a agotar antes de siquiera empezar.
—Baje los pies de la barra o la saco de mi cafetería—le ordenó el señor Hunter a Laura. Ella de mala gana lo obedeció—. Y usted Adkins, se apresura con las mesas que le faltan o se va directo a lavar platos.
—Ya voy—dijo de mala gana.
Cuando el señor Hunter se dio la vuelta Laura le levantó el dedo medio.
—Creo que mejor me voy Adele. No tienes tiempo ni para respirar. Ciao Linda.
—Si adiós.

Adele continuó trabajando, atendiendo las mesas y llevando platillos de un lado a otro. Su mente trabajaba a mil por hora mientras lo hacía, pensaba en que más podía añadirle a la cuarta canción. Iba caminando hacia la última mesa de la cafetería cuando chocó con alguien que ni siquiera se había percatado de que estaba ahí.
—Lo lamento—dijo Adele viendo el piso.
—Hey, tranquila. ¿Qué sucede?—dijo Simon tomándola de los brazos.
Con todo lo que había acontecido había olvidado contarle a Simon la situación con su abuelo.
—Nada es solo que... estoy muy atareada—decidió no contarle justo en ese momento. No tenía tiempo.
—No te ves solamente atareada. Cuéntame, ¿qué sucede? ¿Quieres salir un rato a...?
—No puedo salir ahora Simon, estoy trabajando—dijo un poco fastidiada.
—Okay lo entiendo—Simon la abrazó para intentar calmarla. Ese abrazo comenzó a reconfortar a Adele pero duró muy poco.
—Nada de demostraciones de amor en horas de trabajo Adkins—dijo el señor Hunter pasando a un lado de ellos.
—Si lo lamento—Adele se separó de Simon—. Creo que... te veré luego.
—Okay... emmm... nos vemos—dijo Simon un poco ofendido y decepcionado.

Terminando el trabajo en la cafetería Adele se fue directo al apartamento de sus abuelos. Al entrar vio a Howard sentado al lado de la ventana leyendo un libro mientras frente a él un vinilo había terminado de reproducirse en el tocadiscos.
—Hola—dijo Adele con una sonrisa—. ¿Cómo te sientes?—se sentó a su lado y le dio un beso.
—Hola muchachita, me siento bien, creo que estas últimas pastillas están haciendo un mejor trabajo.
—¿En serio? Eso es estupendo abuelo. ¿Quieres que te prepare té, o algo?
—No Adele gracias. Lo que quiero es que descanses. Te ves cansada.
—Lo estoy jaja. Eso haré abuelo. Tu también deberías dormir.
—Eso haré—dijo sonriendo.
Howard se puso de pie, le dio un beso a Adele en la frente y se dirigió a su habitación. Adele lo vio mientras se alejaba, no se hacía a la idea de perderlo, tenía que ayudarlo, ese era su único objetivo.

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