Capítulo uno.

948 54 2
                                    

Miranda.

Luego de llevar tres años de novios y pasando por varias etapas, Antoine y yo al fin nos casamos en Londres. Luego de una luna de miel en Italia decidimos vivir en un lugar que estuviera algo alejado de la ciudad para tener más tranquilidad y sabiendo que los paisajes campestres son los que más inspiración nos traen a ambos, buscamos por varias semanas y encontramos una hermosa y gran casa cerca de una playa con cuatro habitaciones además de un gran salón de costura algo antiguo, una gran cocina, un llamativo jardín y una gran sala.

Luego de llegar y dedicándonos a desempacar, el sol se escondió dejándonos con nuestra primera noche en casa.

— ¿Estás feliz? —Preguntó Antoine, entrado a la habitación y sentándose en la cama—

—Claro que sí, es una casa de ensueño. ¿Y tú?

—Esto fue lo que siempre quise... —se acercó a mí y me besó suavemente— mi sueño contigo.

—Me sonrojé levemente— Qué cursi eres, amor.

—Comenzó a reír— así me amas.

—Algo así.

—¿Ya recorriste toda la casa? —Dijo acostándose en mis piernas.

—No, no pude con todo el tema de desempacar cajas, ¿y tú? —Pregunté acariciando su cabello.

—Tampoco, y encontré una parte de la casa que realmente me llena de intriga.

—¿Cuál?

—Encontré una puerta y al parecer da a un sótano, pero está cerrado bajo llave, ¿qué crees que haya allí?

—No lo sé... —Dije pensando unos minutos— pero, ¿sabes de qué estoy segura?

—¿Qué?

—Que cuando estoy contigo, no le temo a nada.

—Sonrió— yo tampoco, hermosa.

—Sonreí y volteé a mirarlo— ¿No nos han dado las llaves del lugar? —pregunté con curiosidad.

—Supongo que no. —observó el llavero que había dejado en la mesa de noche— no creo que ninguna encaje en el candado.

—Fruncí el ceño— Entonces tendremos que buscarla.

—Pero será mañana luego de terminar de desempacar, ahora es muy tarde. —miró el reloj y me dio un corto beso— Es hora de dormir.

Nos dormimos y tuve un sueño muy extraño: una pequeña de 8 años aproximadamente, con rasgos delicados y de vestiduras blancas nos llevaba a Antoine y a mí al sótano, ella tenía la llave en sus manos, era grande y daba el aspecto de ser pesada, al abrir la puerta tratamos de mirar adentro, caímos en lo que parecía un abismo negro y me desperté. Me levanté algo agitada y busqué a Antoine, lo encontré con su guitarra componiendo al lado del jardín.

—Buenos días. —Dije sentándome a su lado y robándole un beso.

—Buenos días amor, ¿dormiste bien?

—No lo creo... —miré al frente.

—¿Por qué?

—Tuve un sueño extraño, una pequeña de 8 años más o menos nos estaba llevando a ti y a mí al sótano, ella tenía la llave de allí pero cuando abrió sentí que caía a un abismo, y desperté.

—Qué casualidad... Yo soñé lo mismo.

—¿En serio? —Lo observé sorprendida.

—Sí... Entonces, ¿crees que deberíamos visitar el sótano?

—Por supuesto, debe haber algo allí escondido.

—En fin, ¿sabes para quién estoy componiendo?

—A ver adivino... ¡Para mí!

—¿Cómo lo supiste? —dijo divertido.

—Solo lo sé, ¿se te antoja desayunar?

—Lo has dicho a buena hora. —Sonrió—

—¿Qué te parece si hago Waffles?

—Perfecto. —Me dio un corto beso y nos separamos.

Me dirigí a la cocina y comencé a preparar los waffles, pero sentía algo extraño, me sentía levemente observada. En aquel momento noté que algo se movió en el pasillo pero preferí terminar el desayuno. Cuando estuvo listo no le mencioné nada a Antoine, pero al parecer él también había sentido algo, se encontraba con un semblante muy serio; coloqué mi mano sobre la suya y entonces ablandó su expresión, me ayudó con los platos y nos dispusimos a ir a la playa para relajarnos un poco, era una buena forma de despejarse.

***

Gracias por dedicar unos minutos de su valioso tiempo para leerme, los amo. <3 

El sótanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora