Capítulo trece.

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Decidí cerrar la boca y continuar buscando un posible lugar donde ese demonio hubiera metido a Antoine.

Frené en seco y traté de pensar con claridad, no podía enfrentarme a Sánchez así como así sin nada de protección, sin amuletos, armas... Ni siquiera un conjuro, sólo recordaba uno de protección, y no era tan fuerte como yo lo necesitaba.

Algo me decía que conocía más conjuros, pero una especie de fuerza sobrenatural no dejaba que los recordara, me causaba impotencia, sin ellos no podría salvar a mis chicos y a Antoine.

Protecta... Protecta... —Repetía en mi mente cada vez con más intensidad pero parecía no surtir efecto.

Recordé que podía usar la telepatía con Alina.

—¡Alina! Alina por favor responde, ¿estás ahí?

Sentí un vacío mental y pensé que mis esperanzas se habían acabado.

—Miranda, ¿dónde rayos están ambos? —La voz de Alina resonó en mi cabeza.

—¡Gracias al cielo!, estamos en el otro lado del espejo, todo está invertido, no puedo hablar en voz alta porque cada vez que lo hago mis palabras se voltean y una criatura aparece para atacarme, realmente no tengo muchas municiones de plata.

Calló por unos momentos y luego volví a sentir sus vibraciones en mi mente.

—Entonces debes recordar más conjuros para protegerte y enfrentar a tu demonio con inteligencia.

—No conozco ningún hechizo.

—¿Estás segura de que a tu mente no llega ninguna palabra que no conozcas, y no sientes que cierta energía empieza a emanar de las palmas de tus manos?
Fue como si una luz se encendiera en mi cabeza.

—Sí, tengo algo. —Dije mentalmente.

—Eso imaginé, dilo en voz alta y mira qué sucede.

—Trataré.

Organicé las palabras en mi mente y les coloqué la voluntad de que salieran tal cual.

¡Lux Volatyam! —Grité con todas mis fuerzas y de mi pecho salió una pequeña esfera de luz, se expandió más y más, destruyendo las criaturas que estaban acechándome desde las sombras y todo lo invertido volvió a su sitio.

—Oh vaya... —Dije, ciertamente asombrada.

—Continúa Miri, no puedo acompañarte desde este punto, necesitas toda tu fuerza mental para esto y por eso no puedes seguir comunicándote conmigo pero todos confiamos en ti, incluso Antoine.

—Lo sé, gracias Alina.

—Buena suerte.

—Gracias, la necesitaré.

Corrí por el pasillo y las cosas temblaban debido a su estado anterior, a pesar de eso ya podía hablar en voz alta, era una gran ventaja.
A pesar de recordar solo dos hechizos tenía la esperanza y la energía suficiente como para querer enfrentarme al ente demoníaco y terminar de una vez por todas lo que había causado por tantos años.

—Tienes agallas para venir por tu amado... —Decía la voz a través de los pasillos.

—Vendré por él un millón de veces más si es necesario y voy a derrotarte, maldito demonio.

Un chillido hizo retumbar las paredes.

—¿Aún crees que puedes vencerme?

—No lo creo, lo haré.

El sótanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora