Capítulo quince.

243 21 5
                                    

Capítulo final.


Meses después todo volvió a la normalidad, excepto por un pequeño detalle.

—¡Antoine! —Grité desde la habitación, él se encontraba en la cocina preparando algo de comer para ambos pero no podía soportar más.

—Subió a tropezones por las escaleras— ¿Qué pasa?

—... —Lo observé y lágrimas de emoción surcaron mi rostro— Ya vienen.

Fueron horas interminables en el quirófano del hospital regional, comencé labor de parto a las 15:00 hrs, tenía los nervios de punta, era madre primeriza y no sólo eso...

No era sólo un bebé.

Esperé en silencio con contracciones que atravesaban mi columna vertebral de un lado a otro y una enfermera con aire simpático se acercó para ponerme una inyección que según ella me ayudaría con el dolor.

—Pero mira nada más, ¡qué madre tan bonita! —Comentó mientras me inyectaba.

—Reí— No lo creo, pero muchísimas gracias.

—Esos pequeños serán muy especiales, créeme cuando te lo digo. —Dijo con firmeza.

—Espere... ¿Cómo sabe que hay más de un bebé?

—De pronto palideció y sus ojos azules como los de Alina brillaron con un reflejo de luz lejana— Muy buena suerte, Miri. —Sonrió y caminó por el pasillo, perdí su huella cuando dobló la esquina y mis dolores calmaron casi de inmediato.

A las 17:00 hrs, de la mano de Antoine y todos los ángeles nacieron tres hermosos pequeños de nombre Scarlett, Marie y Simeone en honor a 3 almas que fueron salvadas de las garras de un ente demoníaco.

Nuestras familias estaban dichosas, el hecho de que un nuevo integrante llegue a casa es algo gratificante para un hogar... Llegaron tres.

La primera noche en casa fue extraña pero muy significativa para Antoine y para mí.

Eran alrededor de las 2:30 AM y los pequeños dormían plácidamente, uno de ellos comenzó a reír a carcajadas, cosa que me asustó un poco pero me causó gracia, un bebé no ríe a la madrugada. Me puse de pie y me dirigí a la cuna en la cual se encontraban los tres pequeñines, el que reía era Simeone y tenía su vista en un punto vacío.

—¿A quién ves, pequeño? —Lo tomé con delicadeza de la cuna y lo cargué en mis brazos.

Sentí una presencia a mis espaldas y al voltear me encontré con la figura traslúcida de Alina.

—Ambas sonreímos y me observó fijamente— Querida Miranda.

—Reí suavemente— Hola, Alina.

—No te preocupes por mí, sólo vine a visitar a los pequeños, son muy hermosos. —Sonrió con brillantez.

—Oh, muchas gracias. —Sonreí de vuelta—

—También quería saber cómo estaban, como llevaban la paternidad, o si necesitaban alguna especie de ayuda divina, ya sabes. —Abrió su mano y pequeñas chispas salieron de ella, soltó una risa y Simeone rió con ella, sonreí.

—Bueno, por ahora todo está de maravilla pero tal vez llegue el momento donde necesitemos una mano.

—Lo digo porque estos pequeños no son cualquier trío de bebés, son trillizos reencarnados y son muy especiales, tal vez algún día te des cuenta de la magnitud de lo que te digo.

—Imagino que sí, sabes que te creo ciegamente. —Dije, arrullando al bebé.

—Eso me alegra, ellos serán una ayuda magnífica para ti a medida que vayan creciendo. Para ambos en realidad, les ayudarán a desarrollar sus dones.

—Es bueno saber eso. —Dije algo emocionada y un bostezo salió de mis labios.

—Oh, estoy interrumpiendo tu sueño. Ve a dormir, ha sido un gusto platicar contigo.

—El gusto es mío querida, lamento que tengas que irte...

—No te preocupes, ya es hora de que vuelva a casa, no olvides lo que te he dicho.

—Sonreí— No lo haré.

Y con una bella sonrisa digna de un ángel, se desvaneció dejando pequeñas nebulosas por toda la habitación.

Al día siguiente hablé con Antoine sobre nuestra visita y el reaccionó con la misma felicidad que yo poseía, estábamos seguros de que ver crecer a los pequeños sería una gran aventura de la cual queríamos ser los espectadores principales.

Pasaron los meses, seis exactamente y me encontraba en la cocina, los chiquillos estaban en la sala con sus juguetes, y de repente sentí un estrepitoso ruido, salí corriendo y me encontré con la escena más bizarra de mi vida: los tres bebés se encontraban sentados en ronda, mirándose fijamente, riendo como locos, y todos sus juguetes estaban levitando sobre ellos.

Esa fue la primera vez que demostraron sus dones.

Cada vez eran mayores, juntos hacían levitar cosas muy pesadas: sus camas, juguetes, utilizaban la telequinesis para vestirse y se comunicaban por telepatía en una especie de ondas que solo ellos eran capaces de entender, lo sé porque aprendimos a comunicarnos de la misma forma pero conmigo utilizaban una frecuencia de ondas un poco más potentes. Antoine desarrolló su don protector al cabo de dos años, podía expandir su energía protectora a todos los miembros de la familia pudiendo así evitar caídas, rasguños y heridas, asimismo curaba cierto tipo de enfermedades y era muy buen cuentacuentos.

Por mi parte, mi resistencia al hierro se ha vuelto mayor y sólo debo desplegar mis alas en casos de emergencia, desarrollé la telepatía con mis hijos y ahora logré ser más perceptible a los reflejos de todo tipo.

Desde la última vez que tuvimos algún contacto paranormal han pasado 5 años y todo se hallaba de maravilla, hasta que los niños comenzaron a hablar.

—¡Mamá! —Gritó Scarlett y vino corriendo hacia mí.

—¿Qué sucede cariño?

—¿Recuerdas cuando me salvaste del espejo?

—Paré de hacer el desayuno y la miré con confusión— ¿De dónde sacaste eso?

—Porque eso pasó hace tiempo, ¿no lo recuerdas? A mí y a mis hermanitos... —Dijo con curiosidad— Solo recuerdo que nos salvaste y que nos fuimos... Pero luego volvimos contigo. —Dijo de manera canturrona.

—Oh... Pequeña. —Sonreí y la abracé con todo mi ser, a eso se refería Alina, por eso eran especiales, ¡eran los mismos pequeños que había salvado!

Por eso sentía una conexión más fuerte con ellos, esa era mi recompensa por salvarlos, disfrutar de ellos.

Scarlett volvió a jugar y me quedé mirando al vacío, al contarle a Antoine lloró una hora completa, al parecer era algo más sentimental que yo.

Así, sabiendo quiénes eran y estando seguros de quiénes iban a ser en el futuro, de que por fin tendrían un futuro y seríamos partícipes de él continuamos nuestra pequeña y no tan normal historial, que aunque corta fue capaz de lograr lo más importante en una persona: hacerlo creer.

***

Hola a todos.
Bueno, me lleno de nostalgia al terminar esta obra, quiero agradecer con el alma a todas y cada una de las personas que se tomaron el tiempo de darle un espacio a esta historia, había mencionado ya que sería corta, pero espero que haya llenado sus expectativas, a partir de este momento la historia entra en proceso de edición.
Espero también que apoyen el resto de obras que siguen en proceso de escritura, sería muy importante para mí tener su apoyo.

Recuerda unirte al grupo de lectores a través del enlace externo, allí podrás conocer datos inéditos sobre los personajes, su aspecto, otras historias y más, ¿qué esperas? 

Mil, y mil gracias, queridos Reprobi.

Nos leemos luego,
-Nana fuera.

El sótanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora