Capítulo dos.

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Terminamos de acomodar las cosas que hacían falta al llegar de la playa, y nos dedicamos a tomarnos un respiro.

—¿Quieres ver una película? —Preguntó Antoine desde la sala.

—Está bien. —Le contesté desde la cocina.

Colocamos una película de la colección disponible en internet, nos sentamos en el sofá y la reprodujimos, cuando dicha película se encontraba casi a la mitad, la luz se fue por un momento y sentimos un correteo proveniente del pasillo, pensamos que sería algún tipo de ladrón, Antoine me apretó con fuerza en señal de protección y algo en mis sentidos hizo "clic", cuando la luz regresó, el televisor volvió a encenderse y una nota apareció en la mesa de películas.

—¿Qué es eso? —Preguntó Antoine algo alarmado.

—No lo sé. —Le dije mirando la nota con evidente sorpresa.

—Léela tú. —Dijo tomándola y entregándomela.

—Ahogué una risa— Oh vaya, pero qué valentía. —Tomé dicha nota y me dispuse a leerla.

"Si quieres conocer la verdad, tendrás que jugar. Sígueme, y lo que buscas hallarás."

-XX

—Bueno, si queremos abrir la puerta tendremos que "jugar". —Comentó Antoine— ¿Qué se supone que estás buscando? —Comentó con tono de burla.

—Rodé los ojos y le pegué suavemente en su hombro— Okay; supongo que la primera pista debe estar por aquí... En esta mesa. —volteé y efectivamente, había un pétalo de rosa quemado. Lo tomé, y un reflejo de luz me hizo mirar hacia el jardín. Fuimos hacia el jardín y llegamos a una parte llena de flores de toda clase, lo cual era extraño, el día anterior no se encontraban allí. Un camino de pétalos de flores quemados nos llevaron hasta un desgastado rosal. Llegamos al él y unas rosas escarlata como la sangre, pero llenas de espinas reposaban allí, como si estuvieran esperando a ser encontradas.

—Nunca había visto rosas así... —Dijo Antoine— Diablos, detesto esta sensación de ser ficha de Clue versión humana.

—Reí levemente ante su comparación, y entonces encontré la próxima pista— ¡Antoine mira! —Dije señalando una rosa, tenía los pétalos quemados, y sólo le quedaban tres. Al lado de la rosa había una nota y un botón negro.

—¿Qué esperas? Ábrela. —Dijo nervioso.

—Me quedé observándolo y reí— De verdad amor, no va a devorarte.

—Tal vez no, pero puede que quien las deje lo haga.

Negué con la cabeza y volví a leer.

"Si has llegado aquí, estás dentro del juego; la verdad quieres hallar. Sigue las pistas, quizás el botón te pueda ayudar."

-XX

—Esto es muy tétrico... —Comentó Antoine y una brisa nos rodeó, lo cual volvió la escena mucho más tétrica.

—Sí, lo sé. —Contesté, esto se volvía raro.

—Me pregunto dónde estarán las cámaras escondidas. —Dijo casi a modo de súplica— Me preocupa que no las haya...

—¿Dónde hay botones...? —Pregunté al aire y tuve una idea— ¡Ya sé, ven conmigo! —Y salimos corriendo hacia el cuarto de costura.

Subimos las escaleras con rapidez, algo me impulsaba a buscar y a querer saber el origen de aquella situación. En el cuarto de costura comenzamos a registrar por todas partes como si se tratara de un caso detectivesco.

—Aquí debe haber algo...

Empecé a buscar en los cajones y encontré uno que se encontraba atorado al lado de la ventana, lo abrí y una muñeca sucia, rota y sin un ojo reposaba en ese lugar. Tenía una "S" grabada, la sostuve y me hizo pensar en muchos niños. En ese momento, miré hacia la ventana y vi un parque de juegos abandonado, me extrañé porque no recordaba haberlo visto antes, sentía como si nuevas partes de la casa se estuvieran revelando ante mi gran curiosidad.

—Ven Antoine, debemos encontrar a su dueña. —Dije, lanzándole la muñeca y dejando que la revisara en caso de que pudiera ver algo más.

Asintió para así dirigirnos hacia el parque de juegos abandonado, nos dimos a la búsqueda y la ansiedad se iba apoderando poco a poco de mi cuerpo, me hacía buscar alguna explicación lógica para todo esto... No podía creer que solo lleváramos un día en aquella casa y ya estuvieran ocurriendo sucesos extraños. Revisamos el tobogán, los columpios y demás, cuando llegamos a la rueda encontramos una caracola muy hermosa, tenía una "S" grabada.

—¡Mira! —Se la pasé a Antoine— ¿A dónde crees que pueda llevarnos esto?

—¿Dónde hay caracolas...? —volteó a mirarme.

—Sonreí— La playa.

Ya en la playa buscamos en la orilla y entre las caracolas, pude ver a lo lejos una especie de cueva cuyas piedras eran acariciadas por las olas, la espuma se desvanecía poco a poco, pensé en que ese era el lugar perfecto para completar una escena tétrica. Nos acercamos hasta allí y en la arena un camino de huesos nos guiaba hacia adentro, más adelante encontramos una mano pequeña, llegamos a la deducción de que pertenecía a una niña. Seguimos caminando para descubrir en una esquina un esqueleto con vestido blanco. Até cabos y lo entendí en pocos segundos: la niña del sueño. Era su esqueleto.

En su mano sostenía una pesada llave que coincidía con la que había visto en mi sueño, tal vez aquello era lo que estábamos buscando.

El sótanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora