Capítulo once.

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Me dejé caer al vacío de pie como un soldado, pero luego las alas comenzaron a agitarse y descendí lentamente por aquel túnel, estaba dispuesta a enfrentarme a cualquier cosa por mí, por Alina, por sus niños y en especial por mi familia, no iba a permitir que Sánchez destruyera todo lo que quiero.

Al llegar a la parte más profunda me di cuenta por qué no sonaba el fondo: no había. El final del túnel era un pozo, y estaba lleno de agua; había un pequeño orificio por el cual podía entrar volando, pero cuando una de mis manos rozó el agua me quemé al instante: estaba lleno de hierro, era de suponerse, no sería tan fácil.

—¡Miranda! —Gritó una voz, la cual reconocí como la de Marie, pero se escuchaba muy débil, tomé fuerza y me adentré por una especie de pasillo lleno de agua y comenzó a temblar levemente, por un momento tuve miedo de que la estructura dañada colapsara, pero pensé que eso no era lo que pretendía Sánchez, pretendía asustarme, porque los depredadores siempre infringen miedo a su presa antes de cazarlos.

Llegué a una especie de catacumbas, donde en la decoración primaba un toque de cráneos de niños en las paredes y una bonita mesa adornada con sus huesos, noten mi sarcasmo.

—¡Marie, Simón, Scarlett! ¿Dónde están?

—Muy lejos de ti, pequeña desgraciada. —Retumbó la voz del espectro lo que hizo que los huesos se movieran de manera estridente.

Lo siguiente que apareció en mi rango de vista fue una nube de humo negra viniendo hacia mí a toda velocidad, me tomó del cuello y me lanzó hacia una pared, si caía al agua sufriría quemaduras no muy agradables y que seguramente dejarían cicatriz, por eso tuve que tratar de mantener el equilibrio el mayor tiempo posible, antes de que volviera a arremeter contra mí.

La esquivé justo a tiempo, cuando pude mirarla de cerca noté que tenía algo que colgaba de su cuello, una cadena de aspecto viejo y desgastado, y tres dijes que se bamboleaban libremente, las almas de mis primos.

Mentalicé un bloqueo mental para que ella no se diera cuenta de que ya me había dado cuenta de su truco, y sentí como una barrera protectora de luz blanca se almacenaba en mi cabeza, supuse que lo había logrado.

Volteó a verme y sentí como unas cuencas se formaban en su rostro, sentí un frío profundo de repente mientras ella se fijaba en mí y aparté la mirada.

—El hechizo de protección... —Masculló y miró hacia abajo, subió la mirada de nuevo y avanzó en mi dirección, me tomó del cuello— No los tendrás, jamás.

—Pues yo pienso lo contrario. —Dijo una voz, el ente volteó y nos dimos cuenta que era Alina, tomó una flecha y la lanzó, le dio al espectro el cual lanzó un grito y tomé esa oportunidad para tomar la cadena y jalarla con todas mis fuerzas.

Sánchez profirió un quejido ensordecedor, y se desintegró en el acto, pero su voz se volvió a escuchar por todo el lugar, con el leve detalle de que se escuchaba más enojada que antes.

—¡Aún me queda una carta por jugar, y es la más valiosa!

—Se acabó el juego Sánchez. Encontré todos los espejos, lárgate y déjanos en paz.

—Te dije que eran nueve espejos, haz recuperado ocho, ¡adivina quién es el último! —Una carcajada hizo retumbar las paredes— ¡Diviértete y el tiempo corre!

Volteé a mirar a Alina con una expresión de pánico y las dos dijimos al tiempo.

—¡Antoine!

Volé lo más rápido que pude fuera del lugar y al llegar arriba encontré a todos los chicos llorando en el marco de la puerta.

—Antoine, ¿alguien sabe algo de él? —Dije de manera apresurada.

—Sammy volteó con los ojos cristalizados y me entregó su celular.

Había una llamada entrante, era de Adrianne. Contesté con el corazón en la garganta.

—¿Adrianne, qué pasa?

—Miranda, Antoine no está por ningún lado, y sé que voy a sonar como una loca desquiciada, pero lo escuché gritar hace unos momentos y cuando fui a su habitación no estaba, no lo encuentro en ninguna parte... Es como si algo se lo hubiera tragado.

—Tragué saliva— N-no te preocupes Adri, yo lo resolveré, lo prometo.

Colgué el teléfono antes de que pudiera decirme algo y lancé un grito ensordecedor, todos se cubrieron los oídos, no me había dado cuenta de la potencia de este, sentí como la ira comenzaba a recorrer mi cuerpo y llenaba cada uno de los espacios que antes llenaba mi esposo con sus abrazos, comenzaba a quedarme totalmente vacía por dentro, y la ira estaba tomando posesión de mi ser, mis alas se tornaban totalmente negras y mi cuerpo se cubrió de un aura completamente oscura y sombría, sentía una guerra en lo más profundo de mi interior entre atacar y desgarrar todo a mi paso, y controlarme y buscar a Sánchez.

—¡Chicos, sosténganla ahora! —Gritó Alina y me colocó una daga de hierro en la parte izquierda del cuello, lo que me hizo sentir un dolor indescriptible, no tenía idea de dónde la había sacado— Miranda escúchame, eso es lo que ella quiere, si te conviertes en una Reprobi Soul ella habrá conseguido lo que quiere y todo esto será en vano, debes recordar que podemos recuperar juntos a Antoine lo más pronto posible, y para eso necesito te necesitamos... Él te necesita.

—¡Ella dijo que no lo lastimaría! —Grité con furia y ahora mi cuerpo sentía un dolor indescriptible que venía desde lo más profundo de mí hacia el exterior.

—¡Un ente maligno nunca mantiene sus promesas! Créeme Miranda, si no te calmas todo estará perdido. —Decía Alina con algo de angustia.

A pesar de sentir como la ira de la injusticia corría por todo mi cuerpo recordé como Antoine me calmaba cuando estaba enojada, como sus ojos me traían paz, como su presencia me hacía sentir en casa en cualquier lugar que me encontrara, y que si me convertía en la criatura que ella había mencionado, no volvería a tenerlo conmigo, debía luchar y no desistir sin haberlo intentado.

Mis alas volvieron a su tonalidad plateada, y los destellos brillaban con más intensidad, mi cuerpo dejó de sentir cólera y cerré los ojos por un momento, estabilizándome por completo.

—Volteé a mirar a Alina— Muchas gracias, no sé qué habría hecho sin tus consejos todo este tiempo. —Dije y sonreí con alivio.

—Sonrió— No hay de qué, ahora vamos a buscar a tu hombre.

—De acuerdo, ¿por dónde sugieres empezar?

—Un lugar que no sea muy obvio para ocultar un espejo.

—Las dos nos miramos— El sótano. —Dijimos al unísono y emprendimos camino de nuevo hacia las catacumbas.


El sótanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora