Era el día más grandioso de mi vida, llevaba puesto ese hermoso y abundante vestido color champagne, con el que siempre soñé de niña. Sentía como mi corazón latía sin cesar en mi pecho. Recorrer ese pasillo que ahora se me hacía infinito, era la experiencia más maravillosa de mi vida. Al llegar al altar, hay estaba él, el hombre más maravilloso del mundo, con el que estaba a punto de contraer nupcias. El padre comenzó la charla, mis piernas temblaban, haciendo que perdiese el equilibrio, apenas podía mantenerme en pie a causa de la emoción que recorría todo mi cuerpo. No podía dejar de sonreír, pero lo que más me marco, fue el momento en el que Kevin dijo sus votos.
Él se paró firme y me miro con sus hermosos ojos color miel –Me entrego a ti en este día, para compartir mi vida contigo. Puedes confiar en mi amor, porque es real. Prometo serte un esposo fiel compartir contigo y apoyarte en todo momento. Cuando rías, yo celebrare contigo, cuando llores, yo te confortare, cuando estés decaída, yo seré quien reavive tu llama y el día en que mueras, yo te acompañare en el sueño eterno, para que así estemos juntos por la eternidad - su voz era firme y dulce, tanto que me dejo sin habla.
Cuando llego el momento de decir mis votos, quede paralizada, los había olvidado en el vestidor, mire hacia todos lados, y nada, no sabía qué hacer, y de la nada, como una soga a un ahogado, sentí que tocaba mi brazo, voltee lentamente, y hay estaba él, era Dylan el mejor amigo(a) de Kevin, que gracias a Dios era mi madrina de bodas.
El me miro con ojos tristes y algo desilusionados - creo que se te olvido algo - yo solo lo mire y recordé porque estaba allí, así que me acerqué a él y le susurre al oído – él es solo mío perra- ante mis palabras, el solo dejo los votos en mis manos y retrocedió. Yo volví mi mirada, para así regresar a mi gran y precioso momento.
Dije mis votos sin titubear ni por un solo segundo. Al finalizar el padre siguió con la hermosa charla, la cual marcaría la unión entre mi príncipe soñado y yo.
Sus labios parecían moverse sin siquiera pronunciar una palabra, ya que yo estaba perdida en aquella perfecta mirada de mi amado, sus pequeñas mejillas y sus inusuales poros, eran la combinación perfecta, que hacia resaltar su precioso cabello rojizo algo alborotado. Pero lo que lo hacía aún más perfecto y sexy, era su traje, que se ajustaba perfectamente a las curvas de su cuerpo, dando a conocer su gran musculatura, era todo lo que yo deseaba. Aunque creo que necesita sostén, el ejercicio ha deformado un poco su pecho, haciendo que su pectoral, a malas mentes, se transformara en senos. Creo que hasta más grandes que los míos.
El padre llego a la parte decisiva, la que marcaría mi vida por completo – Tu Kevin Miller, ¿aceptas a Elena winsloog como tu legitima esposa, para amarla, cuidarla y respetarla en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte los separe?- el padre preguntó en voz serena y apacible, como si el mismo Dios fuese el que pronunciase esa inmensurables palabras. – No, padre- al oír eso, mi corazón se detuvo - yo la amare hasta después de la muerte-
De un golpe volvió a latir, haciendo que mi respiración se trancase, en ese instante apreté fuertemente la mano de Kevin, en forma de regaño. – y tu hija ¿prometes amarlo, cuidarlo y respetarlo, incluso después de la muerte?, el padre había captado la idea y la profundidad de las palabras de Kevin. Suspire profundamente, para así poder pronunciar las palabras, que toda mi vida habían aguardado dormidas dentro de mí ser. En ese instante Kevin se arrodillo y me miro a los ojos, con ese brillo de esperanza, con el que había relucido durante toda la ceremonia
-no-
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Su Boda Trágica y Yo
RandomSentí como unos brazos suaves rodeaban mi cuerpo, un pequeño susurro en mi cabello, mi único lugar disponible al mundo en este momento, hizo que mis lágrimas fuesen interrumpidas por un instante, dando paso a un pequeño risoteo, que más que conforta...