Elena pov.
Días después de la desesperante ceremonia, decidí irme de viajes, claro con todo el dinero de los regalos. No sabía que destino escoger, después de muchos catálogos de viaje, elegí Hawaii (a Kevin le hubiese encantado ir, él siempre quiso visitar Hawaii), compre el pasaje, y luego fui a depositar la mitad del dinero, en la cuenta que anteriormente compartía con Kevin.
El día de la partida, mi maleta se puso rebelde, la muy perra no quería cerrar, hasta que de un golpe de la vieja mandarria de Kevin, cedió. Para mi mala suerte, el desdichado chófer se tardó media hora en llegar al aeropuerto, me encontraba muy desesperada – si llego tarde mi marido se ira sin mí- le grite al taxista, quien me estaba ignorando con su pinche teléfono – tranquilícese señora, no creo que al señor le moleste dejarla- dijo el colocando ambas manos en el volante, (este imbécil quiere morir). Cuando por fin llegué, estaban terminando de recoger el equipaje, así que tuve que correr para no perder el vuelo.
Cuando por fin todo iba bien, se me ocurrió la grandiosa idea de ir al baño, cuando me encontraba en camino a cruzar el aeropuerto, ya que los desdichados baños estaban al otro lado, pude divisar a Dylan, quien se estaba despidiendo de una anciana que llevaba una bata horrible color vomito de jirafa, me apresure a entrar en el baño, y ahí estaba ella, era Gertrudis – niña endemoniada ¿qué haces aquí?- me pregunto alzando pesada cartera y posando la en el lavamanos – no es tu problema vieja entrometida- hice lo mismo y me comencé a retocar el maquillaje – donde dejaste tus asquerosos caramelos de miel, o ya fuiste a dárselos a otra despechada- le dije en tono burlón, ella se volteó rápidamente y me señalo con su dedo, era grotesco muy gordo y negro – en primer lugar, esos caramelos son muy sabrosos y en segundo, tú no eres ninguna despechada, pinche bruja-
-eso no es tu problema vieja zarrapastrosa- tome mi cartera y le di la espalda, entre en un cubículo rápidamente, ya que no aguantaba más. Se oyó la puerta, y apenas acabe, fui a verificar que había hecho la desdichada de Gertrudis, al llegar a la puerta, intente abrirla, pero no pude, comencé a tocarla desesperada, y en ese momento alguien deslizo un papel por debajo de la puerta.
Nota:
Querida novia en pena, espero que pases unas bonitas vacaciones en ese mal oliente baño
Con cariño Gertrudis.
-maldita vieja imbécil- exclame de un grito, mientras pateaba la puerta con toda mi fuerza. Después de un rato de tanto golpear aquel pedazo de metal, desistí y me senté a esperar a alguien. Mis plegarias fueron respondidas al instante, al otro lado de la puerta se oían pasos, así que comencé a tocar sin contemplación – espera ahí iré por las llaves- al parecer era un chico, su voz era grave y muy varonil – gracias- me apresure a decirle antes de que se fuera. Medio segundo después volvió la voz – oye, ¿ya intentaste quitar el seguro?- me pregunto entre risas – pues claro me crees idio...- no pude terminar mi frase, como había sido tan tonta, rápidamente quite el seguro, antes de abrir la puerta, frote mis ojos fuertemente, para que se enrojecieran y el chico creyera que estaba llorando – ¿estás bien?- me pregunto el chico al ver que no salía – sí, sí, es que se trabo el seguro- respire hondo y abrí la puerta, al levantar mi mirada, me di cuenta de quien se burlaba de mi, era un aeromozo de pelo castaño, con ojos azules y musculoso muy pronunciados, que su apretado uniforme solo resaltaba aún más - ¿estás bien preciosa?.
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Su Boda Trágica y Yo
RandomSentí como unos brazos suaves rodeaban mi cuerpo, un pequeño susurro en mi cabello, mi único lugar disponible al mundo en este momento, hizo que mis lágrimas fuesen interrumpidas por un instante, dando paso a un pequeño risoteo, que más que conforta...