—¿Por qué crees que vales poco? —al día siguiente, fui yo quien la interceptó al llegar a la escuela.
—Jamás dije que creía eso —respondió mientras continuaba su paso.
—Dejaste tus palabras flotando en mi cabeza. Tenía que armar mi propia teoría —tuve que caminar más de prisa, para lograr estar a su lado y evitar que escapase de nuevo.
—Así que te gustan las teorías.
—Aquellas que me remontan a ti, sí.
—Entonces no querrás conocer la mía sobre ti —negó con la cabeza y giró a la derecha, directo al pasillo que la llevaba a su casillero.
—Me encantaría escucharla.
—Estas chiflado.
—Bastante.
—Eres obstinado.
—Obviamente.
—Y te gusta molestarme.
—Un poco, sí.
—Entonces no son teorías, son realidades. La verdad sobre ti —se detuvo, con sus ojos puestos en los míos.
—Pero te faltó una más —declaré, nervioso.
—¿Cuál?
—La teoría del por qué me gustas mucho.
—Pat, déjame tranquila —y la deje ir. Sin embargo, esa vez sería ella la que no pudiese pegar un ojo por la noche.
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La teoría de Penny
Short StoryMe gustan las teorías. Penny era mi teoría. Una historia corta, de un amor muy vorágine.