Entre las Sombras

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Agradecimientos.

Quiero dedicarle esta narración a Jéssica Sarmiento, por haber aguantado los desvaríos de este loco y por permitir mis recreaciones de los crímenes del Destripador con ella; a Carlos Martín, por aplicarme algún que otro correctivo al practicar con él el movimiento de izquierda a derecha; a Luis Hernández, una de las personas que más aprecio, por haberse leído también este relato sin aburrirse; a Roberto Gala, mi buen Crow y el hermano sin conciencia que nunca tuve, por acompañarme en mi misión; a Laura Canabal, mi inspiración, la mujer a la que más quiero; a Virginia Carrión, por hacer de este libro el primero de toda su vida y por ser la mejor compañera sentimental que uno de mis hermanos podría tener, y por último, a mis padres, a quienes doy las gracias por no ingresarme en un manicomio después de acabar esta novela.

También quiero reconocer la colaboración, directa o indirecta, del resto de mis amigos que, aunque no participaron en la realización, sí que me dieron apoyo moral.

A todos ellos, gracias.

Y por último, deseo agradecer a Patricia Cornwell su libro Retrato de un asesino; a Eddie Campbell, por sus magníficos dibujos en la novela gráfica From Hell, y al genial Alan Moore, su guionista. También quiero reconocer al señor Stephen Knigth por sus libros Jack the Ripper: The Final Solution The Brotherhood, y a Stewart P. Evans y a Keith Skinner por Jack the Ripper: Letters From Hell.

Aunque discrepen de todo lo que yo cuento en estas páginas, espero que puedan sentir la ingenuidad de este humilde aficionado, cuyo talento no puede equipararse al de ustedes, mis maestros. Por ello, espero que todos coincidamos en una sola idea: si ellos no pudieron atrapar al maldito cabrón escurridizo que fue Jack, quizá nosotros podamos hacerlo algún día. Sería un objetivo interesante pero irrealizable hasta el momento. De todas formas, sueño con ello desde que comencé este relato.

Ahora solo me queda aclarar que este libro es una mezcla de las ideas de los autores antes mencionados, sin cuyas obras no podría haber compuesto esta modesta narración.

Por ello, gracias.

       Enrique Hernández-Montaño.

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