La preocupación

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De cerca, la casa era más tenebrosa de lo normal, ambos chicos se veían a la cara como esperando que uno de los dos diera marcha atrás del plan pero no ocurrió, solo se limitaron a analizar como subirían el muro y pasar por los alambres de púas sin hacerse daño. Casi al lado de la pared separado tal vez por poco más de un metro había un poste de luz que podían trepar y quedar paralelos al final del muro, para unos chicos tan habilidosos como ellos era sencillo.

-Voy yo primero o vas tú –Pregunto Albert.

-Ve tú –Contesto William

Albert trepo el poste en forma de "gusanito". Para no resbalar se había subido las mangas de la sudadera que llevaba.

-Listo, ahora ven tú –Señalo Albert al final del muro cuidando no hacerse daño con los alambres.

-Ahí voy.

William imito a su amigo y subió por el poste los más o menos 5 metros que media la altura del muro.

Ya arriba analizaron brevemente el descenso hacia el patio de la casa, era más sencillo de hacer ya que en la pared de concreto había ciertas grietas que servirían como escalones para bajar.

Ambos descendieron el muro y cayeron en el patio de la casa que carecía de buena iluminación.

-¡No veo ni mierda! –Murmuro William

-Solo busquemos las pelotas y mételas en la bolsa –Señalo Albert caminando sigilosamente viendo hacia el piso.

-¿Cual bolsa? –Pregunto William con incredulidad.

-¿No la trajiste?

-¡Que cosa estás loco! –Exclamo William tratando de no alzar mucho la voz.

-Pues la bolsa para meter las pelotas. – Señalo Albert mientras recogía unas cuantas pelotas del suelo.

-¡No! Pensé que la traerías tú.

-¿No quedaste en traerla tu?

-Eso nunca lo acordamos –Dijo William mientras negaba con la cabeza.

-¡Mierda! Entonces metete las que puedas en los bolsillos del suéter. –Dijo en voz baja Albert.

Mientras recogían las pelotas que ubicaban, William noto que habían unas cuantas amontonadas que llamaron su atención. Estaban casi al final del patio alrededor de un tanque de agua ubicada encima de un muro de unos 2 metros de altura. William agudizando la vista intento subir el pequeño muro para alcanzar las pelotas sin notar que se estaba apoyando de una tubería de agua que por lo visto era algo longeva, en su afán de subir el muro la tubería cedió ante el peso del muchacho. ¡Bum! Se hizo sentir un ruido estruendoso que paralizo a los dos amigos por un instante, de la tubería comenzó a salir agua a cantaros. Albert abrió tantos los ojos que parecía se le iban a salir de los parpados. William llevo sus manos a su cabeza y soltó las pelotas que llevaba en sus palmas. Ambos corrieron de prisa hasta el muro de 5 metros que los separaba de la calle. Albert estando más cerca fue el primero en escalar. Lo hizo con rapidez llego a la cima y se deslizo por el poste de luz dejándose caer a pocos metros del suelo. William lo siguió sin embargo al llegar a la cima del muro su sudadera se quedo enganchada con los alambres de púas.

-¡Vamos, rápido rápido! –Exclamo Albert mientras lo arengaba con sus brazos.

-¡Se me engancho el suéter! –Replico William

-¡Hálalo, vamos!

Una luz de una habitación se encendió y William se quedo mirando en esa dirección unos pocos segundos.

¡Qué haces, William muévete! –Rugió Albert

William halo con fuerza la sudadera de los alambres y se pudo desenganchar, no se deslizo por el poste como lo hizo Albert sino que se aventó desde el muro hasta el piso. Cayó y dio unas dos vueltas en el concreto. Albert se apresuro en ayudarle a levantarse.

-¡Estás loco, porque no bajaste por el poste! ¿Estás bien? –Indicó Albert mientras pasaba sus brazos por el torso de William y lo ayudaba a incorporarse.

-Si, si... solo me raspe las rodillas –Respondió William haciendo un gesto de dolor.

-Bien, vámonos de aquí.

Ambos trotaron calle arriba para desaparecer de aquella zona que se notaba desierta.

-Pudiste, traerte alguna pelota. –Pregunto William

-No, las solté todas cuando fui a subir el muro –Respondió Albert –Que paso ahí que rompiste.

-No sé, bro, solo me afinque en algo para subir al tanque y se rompió algo. –Señalo William

-¿Te vieron? –Pregunto Albert

-No creo, solo vi que prendieron una luz.

-Ok, ok... –Señalo Albert parando la marcha que llevaban y jadeando un poco. William también bajo el ritmo e inhalo y exhalo aire.

-¡Mierda! ya me he tardado mucho mis padres ya deben estar preocupados.

-Pues, sigue corriendo –Indicó Albert alejándose un poco y tomando otra dirección.

-Dale, hablamos mañana. –Señalo William mientras corría rumbo a su casa.

Entro sigiloso esperando que sus padres no estuvieran molestos. Al llegar a la sala se encontró con su madre de frente.

-Dónde estabas, William ya tu papá iba a salir a buscarte. –Indicó su mamá con algo de molestia en su voz.

-Disculpa, mamá es que... –No termino de dar explicaciones cuando su padre se acerco a la sala y lo interrumpió.

-Nos preocupaste, hijo. ¿Porque te tardaste tanto?

-Es que me conseguí a unos compañeros de clases y nos quedamos hablando un rato –Señalo William

-Que te paso en las rodillas –Pregunto su madre con algo de preocupación.

-Ah... no solo me caí. Estuvimos jugando con un balón de futbol y me caí. Pero no es nada. –Respondió William mientras trataba de limpiar algo de sangre seca de sus rodillas.

-No le pases la mano, hijo. Mejor ve a limpiarte ya traigo algo de alcohol. –Señalo su padre.

-Si, no se te vaya a infectar eso. Qué cosas William –Dijo su madre todavía algo preocupada.

William se dirigió al baño y limpio sus rodillas con agua y jabón sentado en el inodoro. Finalizo con algo de alcohol que le consiguieron sus padres, sintió un ardor que lo hizo retorcerse del dolor. Ya más calmado tomo su cepillo de dientes y procedió a cepillarse. Coloco un poco de pasta dental en el cepillo y al abrir el chorro del lavamanos para intentar remojar el cepillo, la presión del agua hizo caer toda la pasta que había colocado. Con un gesto de pesadez volvió a realizar el procedimiento. Mientras hacía movimientos circulares con el cepillo en su boca, se le venían pensamientos a su mente. Sentía un sentimiento de culpa que lo carcomía. ¿Y si se le inundo la casa entera a la anciana? ¿Y si deje sin agua a la pobre? Pensaba William mientras terminaba de asear su boca e irse a dormir. Algo que se le dificulto en toda la noche, encendía la tv de vez en cuando para intentar distraerse pero era infructuoso. Intentaba no mantener el volumen muy alto ya que a su lado en otra cama dormía plácidamente su pequeña hermana. Un último intento, apago la tv y solo intento pensar en otras cosas. Al cabo de un buen rato pudo dormir, pero no fueron muchas las horas que lo pudo hacer, el despertador sonó a las 8 am ya que a las 9 tenía entrenamiento como todos los domingos.

DOS CAMINOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora