¿OYE, HERMANO? ¿ESTÁS BIEN?

9 2 0
                                    

-Hey, que cuentan –Dijo William saludando a sus compañeros de equipo.

-Que paso, y esa cara –Señalo Juan. Miembro del equipo que estudiaba en el mismo colegio que William pero no en el mismo año.

-¿Mi cara? La misma de siempre –Respondió William bromeando.

-Hermano, tienes unas ojeras nada normales. –Soltó Elías otro miembro del equipo.

-¿Si? –Dijo William algo extrañado y pasando su mano derecha por su rostro.

-¡Bastante! –Indicó Elías

-Eso es por andar pidiendo cola para el cielo, mi hermano. –Dijo Juan con risa burlona a lo que todos se carcajearon de risa.

-No me jodan –Señalo William riéndose de sí mismo. – ¿Y Albert? –Preguntó poniéndose un poco más serio.

-No ha llegado, y que raro, ya son las nueve y veinte y nada que llega Galindo –Contesto Juan viendo su reloj.

-Si qué raro, pero mira lo invocaste. Ahí viene –Dijo Elías señalando con el dedo al profesor Galindo que entraba a la cancha en ese momento.

-Buenos días, muchachos. Disculpen la tardanza tuve problemas con el transporte. –Dijo Galindo quien llego con los cinco muchachos que no eran del barrio.

En ese momento entro Albert junto a los demás chicos restantes quienes entraron a la cancha con prisa.

-Como esta profesor, llegue tarde, mi culpa –Dijo Albert abanicándose con sus manos.

-¡Ajá!, pero tranquilo que acabo de llegar también. Hoy tienes suerte –Contesto Galindo sonriendo. –Pónganse a estirar y después comiencen a trotar hoy haremos más que todo cardío.

-¿No jugaremos un amistoso? –Pregunto uno de los chicos que no era del barrio.

-Ya veremos, pero agilicemos que estamos atrasados. –Respondió Galindo con autoridad.

Mientras trotaba Albert saludo a William y comenzaron a charlar sobre lo ocurrido el día anterior.

-No pude dormir nada, hermano –Dijo William

-Mi noche no fue nada buena después de lo ocurrido en esa casa. Tengo que contarte algo Willy – Contesto Albert bajando la cabeza como si le avergonzara lo que acababa de aceptar esa mañana.

-¿Y si se le inundo toda la casa a esa anciana? –Indicó William con preocupación e ignorando lo que había dicho su amigo.

-Pues que agarre su escoba y vuele para que no se moje –Respondió Albert con una risa sarcástica, aliviado de que William no le prestara atención a su comentario.

-Como dices eso, hermano. Acaso la conoces. Por qué todos dicen que es una bruja si no saben nada de esa señora. –Dijo William en tono compasivo.

-Es lo que todos dicen –Contesto Albert secándose el sudor de su frente con la camisa.

-Entonces, si todos dicen que tu abuela es una bruja tu vas y les crees. –Dijo William con seriedad.

-Pues yo conozco a mi abuela y sé que no es una bruja. Y el que lo diga le parto la cara. –Señalo Albert

-Ese es el punto. No juzgues a alguien sino lo conoces. –Indico William acelerando la marcha un poco y dejando a atrás a Albert quien rápidamente le dio alcance.

¿Y dime, que me ibas a contar? –Dijo William siguiendo el trote sin hacer contacto visual con Albert.

-Ah... no es nada. Pero una pregunta, que piensas de esos tipos que venden drogas y son respetados ¡Son unos duros, no!

DOS CAMINOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora