5: Abaste, servicios al consumidor

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Leticia pegó un grito y cubrió sus ojos con sus manos. Bastián tomó el video sin siquiera inmutarse. Lo miró, tocó, agitó y bajó con él, Leticia fue tras él.


- Era un video – dijo Bastián, acercándose a la videograbadora y poniendo la cinta dentro.
- ¡Pero Bastián, en esa cinta debe estar nuestra madre! – exclamó angustiada, Sofía.
- Si quieres desquitarte con alguien... ya sabes con quién hacerlo – dijo Bastián, pulsando el play a la máquina. – En este momento está mirando hacia el suelo ¡aún no asume!

Mario, mirando al piso, no se inquietó con las palabras de su hijo.


Cinta:
Tatiana apareció junto a Sonia, la cual estaba amarrada a una silla, llorando. Era el mismo lugar donde apareció Adela y Teresa.

- Bienvenidos niños, el tío desollador en este momento está ocupado – comenzó a hablar Tatiana – Ustedes ya conocen este lugar, no hace falta más introducción, pero lamentablemente no saben de qué trata. Si usan la cabeza probablemente entiendan. Ahora vamos a lo nuestro... ¡Hola Sonia!


La mujer no respondió. Lloraba desconsolada mirando hacia el suelo.


- ¡Habla maldita perra! – dijo Tatiana, sacando un cuchillo y poniéndolo en el cuello de la mujer.
- ¡Hijos, los amo! – gritó angustiada Sonia - ¡Por favor, hagan lo que sea, pero no quiero que muera más gente, y recuérdenme siempre!
- Vaya vaya, empezamos con los espectáculos lacrimógenos – dijo Tatiana, sacando guardando la cuchilla – Por favor Sonia, levántese de la silla y pase para acá.
Tatiana soltó los pies de la prisionera y la llevó hacia la camilla. Sacó nuevamente el cuchillo y la obligó a ponerse en la camilla. Puso un candado a cada lado dejando sus brazos inmovilizados, y luego amarró los pies fuertemente.
- Me dicen manos rápidas... ¡Sí, era yo! – dijo Tatiana, mientras tomaba un fierro largo de la mesa de instrumentos – Ahora procederemos a adormecer a su madre y esposa. Un par de golpecitos la dejarán lista para ser faenada.

"Manos rápidas" comenzó a golpear fuertemente a Sonia con el fierro en la cabeza. La mujer gritaba, pero ella seguía y seguía pegando con todas sus fuerzas, hasta romper parte de la cabeza. Cubierta de sangre, Sonia aun balbuceaba algunos gemidos de dolor, mientras que Tatiana guardaba el fierro y tomaba un bisturí.


- Ahora comenzaremos a faenar. Honestamente, esta chica me cae bastante bien, me da un poco pena tener que hacer esto, sobre todo pensando que quien debiese de estar acá es mi socio Mario, pero qué más da, probablemente esto le duela mucho más que todas las torturas del mundo –


Tatiana quitó toda la ropa a Sonia. Tomó el bisturí y comenzó a cortar el estómago mientras la sangre corría por todo el cuerpo de la prisionera, la cual yacía inconsciente en el mesón. Una vez abierta, metió su mano cubierta con un guante quirúrgico, y comenzó a cortar algo dentro. Luego de un par de minutos, tomó el hígado y lo guardó en una nevera.

El video se cortó ahí. Sofía estaba abrazada a Matías, ambos llorando. Leticia se fue a la cocina para no ver, junto a Ana Luisa y Felipe. Mario miraba desde el fondo, apoyado en la pared, completamente perturbado. Sólo Francisco y Bastián observaron con atención el video.

- ¿Viste esa nevera? – preguntó Franco.
- Sí lo vi. Esto puede significar sólo una cosa – dijo Bastián.
- ¡Son unos sádicos, eso es lo que son! – gritaba fuera de sí Sofía.


Leticia volvió al living con un libro en sus manos, tiritando.


- Abaste, servicios al consumidor – leyó nerviosa la joven – ¿En qué momento apareció esto?
- De seguro lo lanzaron por alguna ventana – dijo Ana Luisa - O quizás en la noche.
- Es un listado de precios - exclamó Leticia - De precios de.... ¡órganos!
- Tráfico de órganos – dijo Francisco, completamente convencido de haber descubierto al fin la verdad - ¿Dónde encontraste eso?
- En uno de los muebles... antes no estaba allí – respondió Leticia – Cuando llegamos revisé ese lugar y no había nada.
- Quieren que sepamos la verdad, para eso lo hacen – dijo Francisco.
- ¿Papá, hiciste un trato con unos traficantes de órganos? – replicó, entre lágrimas, Sofía - ¿¡Cómo ni siquiera pensaste en investigar con qué clase de personas tratabas!?
- ¡Qué iba a saber yo que eran unos traficantes! – se defendió Mario a la ramera con la que te revolcabas todas las noches– dijo Matías.
- Niños por favor, hay que ver que hacer, ya no discutan más – intentaba calmar los ánimos Ana Luisa – Háganlo por su madre.
- Mamá comentó que recibió una llamada equivocada, ¿Eran ellos? – preguntó una furiosa Sofía - ¡Di la verdad alguna puta vez en tu vida papá!
- ¡Ellos me advirtieron y no hice caso! – respondió, tirando el celular al suelo - ¡Lean los mensajes que llegaron!
- ¡Y nunca comentaste esto! – replicó Sofi.
- ¡Qué iba a saber que eran ellos! –
- ¡Papá, eres un imbécil! – gritó Matías – Toda la vida soportando tu maldito carácter, tus gritos, tu autoritarismo. ¡Date cuenta alguna vez que te has equivocado! ¿Qué falta ahora? ¿Eres parte de ellos también?
- ¡Cómo se te ocurre hijo! –
- De ti no me extrañaría nada, absolutamente nada – interrumpió Bastián – Toda mi vida he sabido la clase de basura que eres... ¿Papá? , para mí nunca fuiste un padre.
- ¡Pero qué les pasa hijos! – exclamó Mario, mientras sus ojos se inundaban de lágrimas y la voz se comenzaba a quebrar – Siempre he querido lo mejor para ustedes, si pedí ese dinero fue por ustedes, no por mí.
- ¿Y lo mejor para nosotros era lo que tú decidías? – preguntó Bastián - ¿Según tú mi futuro era ser médico?
- Quería lo mejor para ti –
- ¡Eso nunca fue lo mejor, idiota! – gritó enfurecido el hijo menor de los Torrealba - ¡Detesto la biología! ¡Yo quiero ser músico!
- Interrumpiste en nuestras vidas hasta más no poder, y ahora estás pagando como te mereces – interrumpió Matías – ¡Cuantas veces tuve que molestarte para poder estudiar Historia!

(Terror) Vacaciones PagadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora