Capitulo III

136 14 0
                                    


CAPÍTULO III

La brisa fuerte movía las hojas de los árboles. Las más débiles terminaban desprendidas de ellas.

Llevaba dos días enteros vagando por el bosque; donde su único consuelo eran las brisas Gélidas de la noche.

Reviso el camino trazado en el mapa que tenía en sus manos. Si su orientación no era errónea; iba por buen rumbo...

Después de cruzar el territorio de la ciudad e internarse en territorio turco. Salir ileso le costó más de lo que espero. Incluso Más de lo normal. Muchos muertos en las tierras sagradas la mayoría turcos muy pocos pueblerinos. Quien sabe quizás una lucha o una invasión que por estar dentro de la cuidad jamás noto.

Dejando todo eso atrás a pesar de tener el sol potente del amanecer; dentro de esos bosque reinaba la oscuridad donde todo, obsoletamente todo, está casi vida muerta desde ramas hasta los animales

.--.-.-..-.-.-.-.-.-.-.-...-.-.--.-..-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Levanto su mirada así al cielo la poca luz era filtrada desde las hojas de las ramas muy pocas eran las copas de árboles que se mecían con la brisa.

Mientras caminaba sentía su respiración pesada y su cuerpo dolía, pedía a gritos un descanso.

- Ya entiendo porque te llaman: Vida de los muertos; nunca antes había sentido un aire tan denso, tan pesado. - pensó para sus adentro. - aunque de todas manera. Si hablara fuerte Nadie me oiría - protesto milo a su propia conciencia

- joder ya hasta hablo solo.

Camino por el sendero seguro, no quería ninguna sorpresita como alguna araña gigante o algo por el estilo el no creía en la magia o brujería pero de todos modos no vendría mal ser precavido y estar protegido.

- y pensar que después de este bosque aun me queda un largo camino dios has que el tiempo corra rápido y termine con esta tortura de una vez - exhalo en aire de sus pulmones mientras bebía el agua de la cantimplora que lleva para después guardarla en su mochila.

- milo aun sigues hablando solo – se regaño a si mismo – pero Total que daño hago que hablo solo. Me metí en esto solo por un soldadito y sus mini soldaditos que seguro también ya están muerto maldita sea - blasfemo con la rabia creciendo en su interior. Sus paso se volvían mas bruscos, su respiración más entrecortada y sus puños se cerraban más. La ira sin duda alguna crecía en el.

Camino: la rama del suelo crujió y entonces fue cuando oyó esa vocecita que hace tiempo ya no escuchaba

- nunca dejes que la ira te nuble la vista - fue la respuesta que recibió.

Milo bajo la vista Asia su cuello mientras caminaba.

Donde una cadena de plata que sostenía una gema de color turquesa bordeada de surcados plateados a su alrededor. No era muy grande pero si fácil de notar y muy hermosa

- tú de nuevo - pronuncia con hastía clara señal de la poca felicidad que esa conciencia le traía. La había conseguida de un anciano que por salvar su vida se la había ofrecido. Convenciendo con la idea de que esa perla tenía la capacidad de liberar el alma.

Todos vivimos en el bien y el mal. Si vives en el mal la gema alumbra tu camino No te dejara caer ante los errores de la gente, aliviara tu alma. PERO si viven en el bien la perla no te dira en si que quieres o necesitas ella al contrario puede controlarte para que caigas en el dolor.

Milo ni lento ni perezoso la acepto. No creyendo en ella al principio. Fue luego de un tiempo que la ello susurrárle palabras dulces cuando su ira dominaba su cuerpo.

Hijo... del EmpaladorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora