Capitulo VI
Milo meneo la cabeza Y no era la primera vez que Lo hacía pero el molesto sonido que hacia ese ser no deja de atormentar sus oídos, cerró los ojos por un instante; reunido... no. canalizando En todo su interior la poca paz, calma Y tranquilidad que aun contenía su espíritu. Estaba seguro de que si las cosas seguían así no Se tomaría acritudes al desenvainar su espada Y llenar la tersa piel con motivos suficientes para que chillara de verdad.
Los animales terrestres como las ardillas se iban lejos pero no era por lo que pensarian que interrumpían sus labores y huían a esconderse porque los pensaran peligros.
No precisamente era de ellos de quienes huían
Un grito aterrador ahuyento a los pajaritos quienes volaron alejándose del peligro
— Mendigo caballo de los huevos – No aguanto, y protesto haciendo énfasis en sus palabras. A su propia manera exigiéndole aunque no Lo pareciera al parisino que Lo dejara matar al semental.
Dicho animal protesto meneando igualmente que el griego su cabeza pero de un modo más frenético moviendo sus pesuñas de manera descontrolada meciéndose de un lado al otro mostrando así su desconforme posición
Camus ejercía fuerza pero sin hacer daño en las cadenas que Lo unían al animal a su lado y no, no era a milo precisamente aquí se refería quien justo en ese momento; mostrando sus dientes Y sosteniendo el mando de su espada aun envainada, estaba en una posición que delataba sus deseos de darle muerte al caballo.
– Milo calma – hizo una pausa – solo está asustado – prosiguió con deseos de bajarlo los humos al griego
– Joder; que si va a estar asustado pero de mi coño – vocifero entre dientes
El caballo dispuesto a huir y llevarse a quien se impusiera en su camino incluso a ese humano que lo había sacado del encierro entre paredes en donde el mismo - el caballo - busco refugio del clima gélido pero al paso de la tormenta quedo atrapado.
Sus pisadas guiaron al francés a girar en círculos y obligándolo a apoyarse bruscamente en el suelo dando giros y giros en su mismo eje
Milo por su parte en una batalla inútil y moviendo sus piernas persiguiendo la cola del animal intentando darle alcanza para detenerlo pero solo lograba caer de sentón al suelo
Camus ya arto de girar soltó las cadenas del caballo mientras milo se movió; lanzándose salvajemente contra él.
Lo que no tenía previsto el griego fue que el animal usara sus reflejos felinos, y en una veloz carrera logró esquivarlo. Lo último que detallaron sus ojos fue a un francés horrorizado que antepuso sus manos mientras el heleno le caía encima.
-M...Milo. Quítate - abrió su boca para recolectar todo el aire que se Le había escapado.
- maldición. Yo esto lo cuento y nadie se lo creo — resoplo moviendo con su aliento el flequillo aguamarino
— deja de decir groserías. Se ve muy feo — Le comento mientras empujaba con sus manos en pecho ajeno impulsando a levantarse
Sus miradas se encontraron por un instante.
Un destello azul y mar.
Fue el dueño de orbes oscuro pero brillante, quien viro la mirada a un punto aparentemente 'entretenido' alejando su cuerpo del contrario y ayudándolo a levantarse
Un momento raro se instaló entre ambos. Milo ya no miro a Camus y parecía que de un momento a otro, ya no quería hablar.
— Estoy de malas... — Fue el sonido quedo de su voz que llego a los oídos de Camus — eso es todo.
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Hijo... del Empalador
FanfictionResumen: Conocemos quien es Vlad, su crueldad, maldad y su guerra contra los trucos. Pero... no sabemos nada de su hijo. ¿?