Capitulo treinta y ocho

2.9K 129 10
                                    

Justin me había llevado a un parque de diversiones. Amaba venir aquí, y le agradecía a Justin de haberme traído.

Nos subimos a casi todos los juegos hasta que se hizo de noche, ya que el parque era gigante y tenía muchísimas atracciones, excepto una.

—¿Ya nos vamos? —le pregunté, rogando porque no recuerde la montaña rusa.

—¿Ya te quieres ir? Aún no nos subimos a la montaña rusa.

—Otro día—sugerí y él enarcó una ceja.

—Vamos, ________, ¿No tienes miedo, verdad?

—Si te soy sincera, sí, tengo miedo—admití—nunca he subido a ninguna.

—Entonces eso cambiará hoy—tomó mi mano y tiró de mí hacia la montaña rusa mientras yo intentaba escapar de él.

—¡No, Justin! Tengo miedo—grité. No me importaba que la gente me escuchara y me miraba raro.

—Estarás conmigo, no te sucederá nada. Tranquila—intentó calmarme y me miró fijamente a los ojos. Vaya, eso había funcionado, casi me derrito allí mismo. Asentí y dejé que me llevara hacia la fila, que avanzaba rápido y eso me ponía aún más nerviosa. Miré hacia arriba y pude ver las letras en grande que decían ‘’El destructor’’. No era un nombre lindo para una montaña rusa, eso me aterraba más. Mientras miraba, no podía imaginar siendo yo la que estaba en esos carritos sentada, dando vueltas y vueltas, y gritando.

Mi corazón latió fuerte cuando llegó nuestro turno, nos sentamos en unos de los carritos que estaban en el medio. Cuando se empezó a mover, apreté su mano fuerte, lo cual hizo que me diera una tierna mirada y sonriera.

—Tranquila, estoy aquí. Apreta mi mano lo más fuerte que quieras, si lo necesitas. —asentí con miedo. Cuando empezó a ir más rápido, me acurruqué en el pecho de Justin. Él parecía sorprendido, pero no tardó en pasar uno de sus brazos por mi espalda y abrazarme. Sabía que él estaba disfrutando este momento.

Los carritos empezaron a subir lentamente, lo que hacía que me desesperara más, hasta que finalmente llegaron a la cima y bajaron a toda velocidad. Dejé salir un grito ahogado de mi boca y cerré mis ojos, escondiendo mi cabeza en el pacho de Justin y apretando su mano. Parecía que se me iba a salir el alma. Él me aferró más a él, y pude escuchar una risita de su parte. Olí su intenso perfume, era exquisito. Justin olía tan bien.

Luego de varias vueltas más, Justin plantó un beso en mi cabeza y acerco su boca en mi oído.

—Ya termino todo, Ratoncito.

Su dulce voz me hizo estremecer. Abrí los ojos y me separé de él, algo avergonzada.

—¿Cómo estuvo? ¿Te gustó? ¿Quieres subir devuelta? —Justin me preguntó una vez que bajamos de  la montaña rusa. Abrí la boca para hablar, y antes de que dijera algo, hice una mueca. Sentí algo subir por mi garganta y velozmente, escupí todo por mi boca. Todo lo que había comido hoy, lo había devuelto gracias a la montaña rusa—_________, ¿Te sientes bien?

Dando una última arcada, asentí para tranquilizarlo. Había vomitado en el suelo, y varias personas me estaban mirando. Que horror.

—Estoy bien…sólo ¿podrías traerme algo de agua? —él  asintió rápidamente y tomó mi mano, me llevo hacia un banco y me hizo sentar. Pocos minutos después, él volvió con una botella de agua y tomé unos tragos. Me sentía fatal.

—Lo siento, esto es culpa mía. No debí haberte obligado a subir—se disculpó Justin, con su voz llena de culpa.

—No te disculpes, no es tu culpa. No me obligaste a subir, sino hubiera querido te hubiera pegado una patada para que me dejaras huir. —reí bajito, lo que hizo que él hiciera una pequeña sonrisa. —Además, fue divertido.

—¿Quieres que volvamos ya? —asentí y me paré. En la mitad del camino, Justin tomó mi mano, entrelazándola con la de él.  Me encantaba que él tomara mi mano, definitivamente.

—Oye chico, ¿No quieres intentar ganar un oso para tu novia?

Nos volteamos para ver a un hombre, que al parecer tenía más de cincuenta años, en su puesto. Allí dentro tenía una gran variedad de osos y peluches. Me sonroje un poco al escuchar al señor decir que era su novia.

—Bien. Lo ganaré para ti,  cariño—me dijo Justin con una sonrisa en su rostro.

—Lo que debes hacer es tirar este aro y embocarlo allí—el hombre le señaló  unos palitos que estaban en una mesa. No creía que Justin fuera capaz de hacerlo, estábamos muy lejos. Él le dio un billete al señor, que le entregó tres aros. Ya varias personas se habían acercado a mirar si é lograría embocarlos.

Lanzó el primer aro, pero no llegó a la mesa y cayó al suelo. Lanzó el segundo, y esta vez estuvo más cerca de embocarlo en uno de los palitos. Lanzó el tercero, y esta vez ¡lo embocó! Hasta Justin había estado sorprendido. Las personas que estaban alrededor nuestro le aplaudieron, y el señor del puesto le entregó a Justin un enorme oso rosa. Justin se acercó a mí y me lo entregó. Era más grande que yo.

—Merezco un beso ¿No crees? —preguntó, levantando sus cejas sugestivamente.

—Quizás luego.

Justin suspiró, al parecer algo decepcionado, y tomó mi oso, mientras caminábamos al auto. Condujo hasta la Universidad, y me acompañó a la puerta de mi habitación. Dejó el oso en el suelo, una vez que llegamos allí.

—¿Te sientes mejor? —me preguntó preocupado.

—Sí, algo cansada, pero bien.

Nos quedamos en un incómodo silencio, asi que decidí buscar las llaves en mi bolso para abrir la puerta.

—Bueno, uh, nos vemos luego—me acerqué a él para darle un beso en la mejilla, pero cuando estuve suficientemente cerca, él corrió su cara, estampando sus labios en los míos. Abrí los ojos sorprendida, iba a golpearlo, pero cuando empezó a mover sus labios junto a los míos, olvidé mi enojo y me dejé llevar. Mis ojos se cerraron solos, y sin darme cuenta, mis brazos estaban en su cuello, acariciando su pelo, y él tenía sus manos acariciando mi cintura por debajo de mi camisa.

Poco a poco, el beso se fue haciendo más caliente, y sus manos ahora ahuecaban mi trasero. Gemí en su boca, me estaba excitando, y me di cuenta que él también, al sentir su erección presionar mi vientre. Estaba apoyada en la puerta, dejando que el hiciese lo que quiera conmigo. Sus manos viajaban por todo mi cuerpo, y sus labios también. Me encantaba la sensación de sentirlos besando mi cuello. Y cuando ya estaba demasiado perdida por sus besos y caricias, la puerta se abrió, haciendo que me tambalee para atrás junto con Justin. Se separó de mis labios y me tomó de la cintura con sus manos, evitando que me caiga. Miré hacia arriba, encontrándome con Demi y Chris sorprendidos. Me paré firmemente y Justin alejó sus manos de mí. Él tenía el cabello despeinado y sus labios estaban rojos e hinchados, seguramente los míos estaban peor.

—Uh, bueno, yo ya me iba—dijo Chris rompiendo el silencio. Besó a Demi rápidamente y salió por la puerta. Demi tenía la mirada fija en Justin y estaba frunciendo el ceño ¿Qué le sucedía?

—Yo también ya me voy, nos vemos luego, __________—Justin se acercó a mi y, esta vez, besó mi mejilla—Adiós, Demi

—Adiós—le respondió ella, y en cuestión de segundos, él ya se había ido. —¿Qué fue eso?

Enarqué una ceja.

—¿Ahora eres mi madre?

—No, sólo quiero que me cuentes—una sonrisa tiró de sus labios  y cerró la puerta. Sin poder evitarlo, yo también estaba sonriendo como una tonta en estos momentos.

Estúpida Obsesión {Justin Bieber & tú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora