CAPÍTULO 10

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CAPÍTULO 10

Sonia y Demian continuaron con la conversación en lo que restó de la clase de deporte, por lo que pudieron conocerse un poco mejor, así que el joven supo que ella era una chica muy divertida y con gran sentido del humor; supo que tenía quince años y cursaba el primer año de preparatoria, y que tenía espíritu de deportista, pues amaba el baloncesto, cosa que lo impresionó dada su baja estatura, mas ella aseguraba que esa limitación suya tan sólo le daba mayor emoción a su gusto por el deporte. Sin duda, pasó un rato muy agradable con ella.

—Ya terminó esta clase. Debo volver al salón —le dijo ella al escuchar el timbrazo que indicaba el cambio de asignaturas.

—Sí. —Demian se tornó desganado—. ¿Te molestaría que me quedara contigo el resto de las clases?

—Para nada, ¿pero qué pasa con Sandra? ¿No crees que se pregunte dónde estás?

—¡Qué va! Si lo único que tiene en la cabeza es a su amor platónico —escupió él con mordacidad—. Además, tú eres la única que me ve aparte de ella.

—¿Así que soy tu segunda opción?

Sonia había deducido que el que Demian estuviera allí se debía más al despecho que sentía que por otra cosa y si era honesta, aquello la hería mucho, pues él en verdad le gustaba.

—No, yo... No quise dar a entender eso, Sonia. —El pelinegro se avergonzó mucho por su actitud. Sonia no tenía por qué pagar los platos rotos de los errores de Sandra.

—No lo tomes tan en serio, era una broma. —Sonia le sonrió confortadora optando por dejar de lado el tema—. Me encantaría servirte de compañía, así que vamos antes de que me pongan falta o retraso.

Demian asintió y siguió a su nueva amiga hasta su salón y cuando las lecciones dieron inicio, él creyó que tal vez no había sido la mejor de sus ideas, pues no podía desconcentrar a Sonia de escuchar al maestro, así que no podía hablarle ni hacer cualquier otra cosa que robara su atención de los estudios. No obstante, su inquietud se vio olvidada cuando Sonia ejecutó su plan de comunicación con él, consistente en escribir notas en su propia libreta para que él las leyera y conversaran de aquella manera.

Ambos pasaron un buen momento, sobre todo cuando Demian hacía alguna broma referente a la clase o al docente en cuestión, consiguiendo que Sonia hiciera un supremo esfuerzo por no reventar a carcajadas frente a todos, haciendo las cosas más entretenidas tan sólo porque ahora sí ella envidiaba la invisibilidad de él y se lo hizo saber en sus notas. Indiscutiblemente, aquellas horas que convivieron juntos fueron de lo mejor y Demian se preguntó por qué Sandra no podía ser como Sonia. ¿Por qué a ella no se le había ocurrido la idea de las notas? Llegó a la conclusión de que su ex era muy egoísta y sólo pensaba en ella y el Víctor ese.

El tiempo pasó indetenible y el timbre de salida sonó, por lo que todo el alumnado salió de sus jaulas... quise decir aulas. Sandra también caminó a la puerta principal dispuesta a dejar las instalaciones, pero se encontró con que Demian la esperaba a un lado de esta, manteniendo su ceño fruncido en disgusto y cruzando los brazos en desaprobación. Al verlo tan molesto, la sonrisa en el rostro de la chica y con la que planeaba saludarlo se desvaneció.

—¿Qué tienes? ¿Por qué esa cara larga?

—Oh, nada, es mi cara de siempre —dijo él con sarcasmo—. ¿No ves lo feliz que estoy? Pero cómo no estarlo si me lo pasé súper bien hoy junto a Sonia. Al menos ella sí aparenta saber que existo —recalcó la última palabra en un tono que no le gustó a Sandra.

—¿Qué quieres decir con eso? —se defendió ella—. ¿Qué te piensas, eh? Estuve preguntándome todo el bendito día dónde rayos te habías metido. Pensé que estarías en el baño de mujeres haciendo de las tuyas otra vez.

Demian y SandraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora