Capítulo 8.

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Después de dar el visto bueno a su trato y decidir unirme a su comunidad nos pusimos de nuevo en marcha a un lugar desconocido para mí y sin estar del todo segura si esto iba a ser una buena idea. Ellos acababan de ir contra Negan e ir contra Negan era como si una cucaracha ideara un plan para derrotar al zapato que se dispone a aplastarla. Simplemente absurdo. Paul y Alex parecían conocer a la perfección el camino de vuelta a casa por lo que me limito a seguirlos en silencio, pero me sentía incomoda; me sentía observada.

- ¿Te encuentras bien? -me pregunta Alex y yo asiento sin apartar la mirada de los árboles. ¿Por qué se preocupan por mí? Son ellos los que ahora están en peligro.

- Cuéntanos tu historia -dice Paul tras unos segundos caminando en silencio y eso me hace suspirar. Obvio que querían saber qué hacía una cría en ese infierno y por qué mierdas estaba encadenada a un radiador.- No, no la que te une a Negan -me corta cuando voy a empezar a hablar con expresión nula.- Tu historia, la de tu grupo. ¿Dónde estabas cuando todo esto comenzó?

- Bueno... Es algo lioso -digo un poco más aliviada de no tener que hablar de él. Ellos se encogen de hombros y me miran fijamente dispuestos a escuchar mi historia- El marido de mi madre, Diego, era de España. Y, cuando ella lo conoció, mi madre, él y yo nos mudamos a España. Yo tenía 6 años. -aclaro. Me está costando horrores recordar todo aquello. Siento que mi cerebro trata de arrancar recuerdos precisos pero mi mente está débil y da pequeños coletazos de recuerdos cortos y casi sin ningún sentido.- Mi hermano Joel nació y se crio en España pero harta de estar allí mi madre sugirió que volviéramos a Richmond y así hicimos, justo el año que todo comenzó...

- De ahí tu peculiar acento -puntúa Alex con una gran sonrisa y yo asiento avergonzada.- Dijiste el marido de tu madre, ¿Qué hay de tu padre? -me encojo de hombros negando.

- Mi madre me contó que lo conoció en un viaje a uno de sus tíos que vivían en las montañas. Pero que solo fue un rollo de verano y que cuando volvió a Richmond se encontró con la sorpresa de un bombo pero que no tuvo valor a abortar. Nunca me dijo su nombre o cosas de ese estilo -tampoco me interesé en saberlo.- ¿Y vuestra historia? -quiero saber, aunque más bien es una táctica para que no hagan más preguntas.

- Cuando esto comenzó ya estábamos saliendo. Yo era profesor de arte marciales y Alex estudiaba en la escuela de ingeniería de en frente -responde Paul sonriendo a su pareja.- Mis padres murieron en un accidente de tráfico y mi hermana, Jules, murió poco después de comenzar esto siendo este imbécil lo único que me quedaba.

- Yo vine aquí desde Ottawa por una beca que me dieron para estudiar como bien ha dicho. No sé qué ha sido del resto de mi familia. Paul fue lo primero y único que tuve y tendré aquí. -Ambos se sonríen y se dan un sonoro beso y yo no puedo evitar sonreír.

- También sé algo de arte marciales -digo con una tímida sonrisa y Paul me mira de golpe con los ojos brillantes de emoción.- Diego era un marine español y me enseño algunos movimientos para defenderme de los hombres -aunque del que más me tenía que defender era de él. Le encantaba darme de hostias y ver mis inútiles intentos de defenderme.- Pero nunca está de mal saber algo más.

- Te prometo que pienso enseñarte todo lo que pueda -me dice con una amplia sonrisa y pasa el brazo por mis hombros para estrecharme contra su cuerpo.

Observo la lejanía sentada en el tejado del coche mientras mareo el revolver de una mano a otra. La pareja había decidido registrar casas cercanas y, no muy convencidos, habían accedido a dejarme hacer guardia. Hace frío, echaba de menos aquel gorro rojo que encontré cuando... cuando Negan y yo éramos amigos. 'Déjalo ya' me reprende mi mente cortando mis pensamientos del golpe y, como un acto involuntario me descuelgo la mochila y la abro para sacar aquel sobre blanco que contenía las fotos de todos.

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