-¿Estás emocionado cariño?- me preguntó mi mamá
-Puf, no tienes idea...- dije con sarcasmo
-Rubén, hijo por favor, intenta hacer un cambio, nos mudamos aquí para que puedas crecer felíz amor- me pidió mi madre. Honestamente no quería por nada del mundo estar aquí, y estoy haciendo el mayor esfuerzo en tener buen humor.
-Tranquilo hijo, cuando empieces en instituto seguro harás amigos y alguna que otra novia.- intentó alentarme Héctor, mi padrastro. Sonreí a su respuesta. Puede que parezca que odio a mis padres pero no, en realidad los amo.
Cuando llegamos a la casa, vi que era una mansión antigua, por no decir vieja, parecía esas casas que están poseídas por Satán.
-Ruben, ve a buscar tus cajas, yo termino con esto.- dijo suave.-Vale.- asentí y fui a buscar mis cosas. Eran como 4 cajas, sin contar la ropa. Tome dos cajas medianas y subí a lo que sería mi habitación. Liberé el peso en el suelo y mire el lugar, estaba bastante bien, me senté en la cama y mire diagramando donde iba a ir cada objeto. El ordenador sobre el escritorio; Los posters en toda la pared; las consolas viejas en la estantería que estaba junto a la ventana. Me parece que estaría muy bien en este lugar
-¡Rubén!- me llamó mi padrastro.
-¡¿Qué?!- grité desde mi cuarto, a lo que no respondió, así que bajé para ver que quería- ¿Qué?- le repetí.
-Ayúdame a colocar esto.- dijo sosteniendo un cuadro grande, una foto familiar que habíamos hecho hace un mes. Se podía apreciar la sonrisa de mi papá, Mi cara seria viendo un punto fijo abrazando por el hombro a mi mamá y Héctor también, pero por la cintura.
-Haber sonreído hijo.- rió él y yo me uní a su risa. Fui a la cocina a tomar algo para comer y volver a mi cuarto, cuando entré y vi una persona, caí al piso por la sorpresa.
-¡¿Quién eres tu?!- Pregunté exaltado
-Ah Hola, soy Miguel, tu vecino.- extendió su mano para estrecharla, lo hice y él me levantó.
-Hola.-le saludé hasta que recorde-¿Por qué estás en mi cuarto?- le recordé
-Mi madre está abajo hablando con la tuya. Por cierto, felicidades por lo de tu hermanita- me dijo
-Gracias.- le sonreí.
-Me gusta tu alcoba- acotó. Éste chico es muy extraño. Le sonreí y dije 《gracias》no sabía que responder.
Pasaron dos días y hoy empezaría en un nuevo instituto. No estoy nervioso por caerle bien o mal a la gente, normalmente le caigo mal a todos. Me senté en el tercer banco de la fila que estaba al lado de la ventana, sólo se veía el cielo si miraba hacía arriba ya que, la pared era alta. Entró el profesor, se presentó y luego a mí. Todos se rieron por mi aspecto y fui a sentarme. La clase transcurrió tranquila, cuando salí al recreo hubo un caos. Unos chicos de último año, porque eran dos veces más grandes que yo, me acorralaron contra la pared. Uno golpeandome y otros dos sosteniendome. Cuando terminaron, como pude, fui al baño me lavé la cara y fui a clase. El profesor me preguntó que me sucedió; "Si le dices a alguien te matamos"; respondí que me había caído y fui a sentarme. Volví a mi casa y mi mamá corrió hacia mi al verme, me dije lo mismo que al profesor «sólo me he caído» y fui a mi habitación.
-Hijo, nos puedes decir ¿Por qué estabas todo golpeado?- preguntó mi madre mientras yo comía.
- solo que me caí- dije. No quería hablar de el tema
-Rubén Doblas- levantó el tono. Sabía muy bien que estaba le mentía.
-¡Que me he caído joder!- exclamé y me fui a mi cuarto.