QUIROMANCIA

El trabajo del quiromante

Lo que realiza el quiromante es una lectura del conjunto de todas estas expresiones a través de lo que le muestran las manos. Para ello, la quiromancia se basa en las hipótesis que lo llevarán a desentramar la personalidad y futuro del consultante.

Así pues, las hipótesis más importantes o fundamentales se pueden dividir en seis :

Base: Es la que nos indica la forma de la mano de una persona nos puede llegar a indicar de forma fiable la personalidad, carácter, potencial y dinámica de una persona.

Flujos de energía: Los flujos de energía que recorren la mano nos indican las necesidades o capacidades de la persona, así pues si dichos flujos circulan desde la punta de los dedos hacia la palma de la mano, indica que la persona tiene una gran capacidad receptora.

Mientras que si el flujo circula desde la base de la palma hacia los dedos, es indicador de la necesidad de expresión de la persona.

Dilataciones–contracciones: Los flujos de energía se deslizan con mayor facilidad por las zonas más dilatadas o anchas de la mano y con mayor dificultad por las zonas contraídas. Así pues, la forma de la mano no es nada más que una combinación de estas zonas, las cuales representan las vivencias y personalidad de las personas. 

Geográfica: Esta hipótesis se basa en que la mano está compuesta por distintas zonas y subzonas. Cada una de estas zonas representa una parte de nuestra personalidad, siendo las zonas más importantes la palma, el pulgar y los dedos. Estas tres zonas son las que componen el denominado "trío". 

Maduración del flujo: A lo largo de su periplo por la mano, el flujo de expresión recibe un proceso de maduración, el cual consiste en una codificación y estructuración más elaborada, a fin de madurar de un estado bruto a un estado secundario, representado la adquisición de un lenguaje con el mundo exterior. De la misma forma, el flujo de percepción sufre un proceso inverso, todo esto consiste en moldear un mensaje sin transformar su contenido. 

Tonicidad: Una zona dura favorece la expresión, emisión y realización hacia el exterior. Por el contrario, una zona blanda favorece a la percepción y al ser marcado por el mundo exterior. Así pues, las manos duras están asociadas a una personalidad activa, mientras que las manos blandas a una pasiva.