3 de Noviembre del 2012.

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Noviembre 3 2012.

¿Por qué es más fácil perdonar a un extraño que a un ser querido?

Cuando vi llegar al Señor Agama y Montero presentí que algo pasaría. Pero al saber que yo lo atendería, lo confirmé. Era un anciano de estatura corta, quizá no llegaba ni al metro con cincuenta, bigote espeso curtido en canas. Era una persona muy difícil en general, pero enojado resultaba imposible que escuchara razones. Me gritó. Me aventó las copias de sus contratos en la cara diciéndome que  el vendedor le había mentido con respecto a las líneas tarifarias, lo había engañado, manipuló la información y lo que le vendió en absoluto le servía. Casi le dije que alguna vez, todos nos hemos sentido así en la vida, era un sentimiento más común de lo que él pretendía pensar. Al final, se retiró tal como llegó: furioso. Recogí los papeles, y apresuradamente me dirigí al baño encerrarme. Estuve ahí como quince minutos. Varias imágenes dominaban mi cabeza: desde la escena de Santiago empujándome y lanzando mi bolso hasta la cara de ese Señor completamente transformado por la ira.  

Unas lágrimas resbalaron por mi rostro y no podía evitar sentirme pequeña, muy pequeña. Como si desde una noche anterior algo se hubiera instalado sobre mis hombros, algo pesado realmente pesado. Exhalé.  Al regresar a mi lugar vi de nuevo al viejo ahí, esperándome. Lo acompañaba una rebanada de pastel y un café para pedirme disculpas, sus palabras textuales fueron: “la manera en que me comporté no fue la correcta para tratar a una dama”. Terminó por contratar dos líneas más para sus trabajadores en Consumo Controlado y evitar así que llamaran a alguna Hotline a costa suya.

 Mi inconsciente revivió de nuevo las escenas. Quizá una voz, quizá mi inconsciente, quizá mi enojo  y mi frustración pronunciaron de nuevo sus palabras: “maldita enferma”. Y sí lo estoy, tengo problemas, carencias y necesidades insatisfechas, ¿pero quién no?

Quiero verlo, escucharlo, que deslice sus manos por mi cara, sentirlo, besarlo pero… ¿por qué es más fácil perdonar a un extraño que a un ser querido? 

El Diario de Ana Rebeca: Del desamor y otros demonios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora