Se me queda la mente en blanco ante tu mirada, entretejiéndote entre mis dedos. Te hubiese dado el cielo como pago por tus miradas, pero nunca lo tuve en mano. Dicen que el cielo se escurre, que además de insondable es indomable, que nunca lo capturaremos. Y yo nunca fui de prometer lo que no puedo dar. No podíamos saber si alcanzaríamos el cielo o nos quedaríamos en tierra, esperando a un despegue que no llegaría. No podemos domar al amor, por más que queramos. Ni siquiera lo conocemos, aunque lo hayamos rozado y nos haya poseído por completo en el más absoluto éxtasis. Pero lo cierto es que la miel que salía de tus labios antes mis ojos brillantes fascinados, esa miel en chorros y borbotones mientras sonreías y me mirabas, se escurrió hasta mi corazón, y lo cubrió por completo. O eso soñé.
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Pedacitos del alma.
LosowePequeñas historias, grandes cosas. Un poco de todo lo que pasa por mi cabeza. Pero sólo, sólo un poco...