11. Anónimo.

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Quisiera escribir sin que nadie me viera,

acaso en un idioma ininteligible

a primera vista.

Un idioma extraño y antiguo, mío,

que me salvaguardase del mundo

de horror y risas

en el que vivo.

Acaso un idioma que permitiese

ser libre al verso,

que permitiese a las palabras

un dulce anonimato,

que las lanzase al viento

transparente e invisible

como ellas.

Como yo.

Acaso deseo expresarme

o desaparecer en lo anónimo,

ser invisible.

Son dos tipos de libertad.

Y escribir libre,

libre como el viento lo que siento,

libre,

sin convenciones,

sin convicciones,

sin nada a lo que atenerse

las palabras, los pensamientos libres,

desatados, como la crin de los caballos

ondeando sin orden,

sin sentidos superpuestos.

Quizá así hallaría

la verdad de quien soy y espero,

las ideas que se esconden mudas,

que se disfrazan en los poemas

de suaves metáforas incomprensibles,

de palabras de amor y rabia,

del sentido del que carecen disfrzadas.

Adquirir el significado de mí misma,

que de esta forma he perdido.

Disfrazadas no tienen sentido.

Y no tengo sentido,

soy como el suave tic-tac del reloj

que rebota en los cristales,

anacrónico,

soy el eco discordante de ese tic-tac.

El eco que se da con el cristal,

el sonido que no cuadra,

que no vive a ese compás.

Pedacitos del alma.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora