Quisiera escribir sin que nadie me viera,
acaso en un idioma ininteligible
a primera vista.
Un idioma extraño y antiguo, mío,
que me salvaguardase del mundo
de horror y risas
en el que vivo.
Acaso un idioma que permitiese
ser libre al verso,
que permitiese a las palabras
un dulce anonimato,
que las lanzase al viento
transparente e invisible
como ellas.
Como yo.
Acaso deseo expresarme
o desaparecer en lo anónimo,
ser invisible.
Son dos tipos de libertad.
Y escribir libre,
libre como el viento lo que siento,
libre,
sin convenciones,
sin convicciones,
sin nada a lo que atenerse
las palabras, los pensamientos libres,
desatados, como la crin de los caballos
ondeando sin orden,
sin sentidos superpuestos.
Quizá así hallaría
la verdad de quien soy y espero,
las ideas que se esconden mudas,
que se disfrazan en los poemas
de suaves metáforas incomprensibles,
de palabras de amor y rabia,
del sentido del que carecen disfrzadas.
Adquirir el significado de mí misma,
que de esta forma he perdido.
Disfrazadas no tienen sentido.
Y no tengo sentido,
soy como el suave tic-tac del reloj
que rebota en los cristales,
anacrónico,
soy el eco discordante de ese tic-tac.
El eco que se da con el cristal,
el sonido que no cuadra,
que no vive a ese compás.
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Pedacitos del alma.
RandomPequeñas historias, grandes cosas. Un poco de todo lo que pasa por mi cabeza. Pero sólo, sólo un poco...