Con la caída de tres cielos el mundo parecía venirse abajo, como Ella. Lo sentí desvanecerse sobre mis espaldas con tal intensidad que fui a preguntarle a Atlas si seguía sosteniéndolo sobre su cuerpo después de tantos milenios, si acaso este dolor era normal, si no era catastrófico. Si era el dolor de todos los amantes con el corazón estrellado, hecho pedazos. Y me pregunté en ese momento cómo había sobrevivido aquél chico en el parque, y en el tren esa chica que lloraba sangre. ¿Acaso sentían esto mismo? ¿No es letal? Lo parece.
Escribo estas letras mientras miro al cielo indemne. No refleja mi sufrimiento, no refleja este dolor. Sigo sin poder creer que exista, que esto quepa en mí y siga vivo, aunque no me sienta así.
Perderé a este paso toda la sangre de mi cuerpo por los ojos, en la tinta. Aunque lo cierto es que escribir me alivia.
La esperaré aunque no deba hacerlo, lo sé. Pero no me siento capaz de amar a nadie más. ¿Es esto lo que sienten todos los amantes? Los admiro por seguir.
La historia, nuestra historia, ni siquiera es importante. No importa si no fue maravillosa o si lo fue. La caída de Tres Cielos siento, y es mi caída personal. Sólo me siento capaz de amarla, aun con estos trozos ensangrentados de corazón, aun con estos jirones de alma desgarrada.
No hay amor tan grande en este universo, ni dolor, o así lo siento. ¿Es esto lo que sienten todos los amantes, la caída de tres cielos, la tierra y las lágrimas?
Y sin embargo, es ahora cuando pienso más que nunca
que aun así, valió la pena.
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Pedacitos del alma.
De TodoPequeñas historias, grandes cosas. Un poco de todo lo que pasa por mi cabeza. Pero sólo, sólo un poco...