12- Atenea.

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El equipo entero de dioses tenía un dilema: Despertar o no a Reyna.

Desde el último episodio de posesión que había presenciado la academia, nadie era capaz de desafiarla. Sin embargo, James, siendo la reencarnación de Zeus, no soportaba que toda la atención estuviese fija en una diosa que sólo tenía el don de la belleza, mientras que él, era expulsado hacia el olvido. ¿Por qué? ¡Él era el más poderoso!

-¿No es más fácil que le de un golpe eléctrico y ya? Sería como un desfibrilador -comentó él ya harto de todo el embrollo. Sean, quien estaba más nervioso que nunca, lo fulminó con la mirada.

-Tienes mucha suerte de ser un dios, o te juro que te arrancaría la lengua -dijo, luego se volvió hacia Reyna quien inesperadamente, entreabrió los ojos y echó un vistazo a su alrededor-. ¿Reyna?

-¿Huh? -Ella murmuró, sentándose suavemente en la cama donde yacía.

-¿Cómo te sientes? -preguntó Sean acariciando su mandíbula.

-No está en mi cabeza, no me dejaba despertar, pero... la he sacado al fin, tengo que aprovechar eso...

Todos en la sala quedaron boquiabiertos ¿Era hasta tal punto la posesión? ¿Afrodita podía obligarla a quedarse dormida para siempre?

-¿No te dejaba despertar? -preguntó Angelina, espantada- ¿Por qué?

-Porque voy a encontrar a Atenea, ella lo sabe, y cuando lo haga, la mandaré al infierno -Todos la miraron asombrados-. Sí, ella escuchó todo, y yo también... No hay tiempo, hay que hacerlo, asesinar esta maldita y mandar los esbirros de Hades al infierno.

-Espera, ¿Esbirros? -preguntó Ken-. ¿De qué hablas?

Reyna suspiró, sabiendo que lo que estaba por decir, terminaría con cualquier tipo de vida social que hubiese tenido.

-La guerra, los ataques que hemos recibido... La razón por la que están juntando a los dioses... Todo esto es por Afrodita y su fuga del inframundo. Quiere su alma de vuelta.

-Ah, genial ¿Entonces hemos estado entrenando como esclavos por tu culpa? -preguntó James irritado.

-¿Hicieron a mis padres olvidarme gracias a ti? -preguntó Katelin exaltada, dando dos pasos para acercarse a Reyna.

Esta vez Reyna explotó ya harta.

-¡No! ¡Fue gracias a Afrodita! ¡Sí! ¡La loca que tengo metida dentro de mí y de quien no sabía nada hasta que fueron a buscarme! ¡Yo llevaba una vida normal! ¡Yo no pedí venir aquí! Ahora, cierra la boca, porque entre más me haces molestar, más poder le das a esa psicópata para que me haga un lado y te desfigure tu preciosa cara... ¡Porque sí! ¡Es uno de sus más grandes talentos! -gritó, y la sala se quedó en silencio, incluso la misma Katelin quien sólo parpadeaba sin poder dar crédito a lo que oía.

-Cálmate -le pidió Sean, ella le miró, y sus ojos estaban tan brillantes como las esmeraldas, lo cual alarmó a todos, quienes de inmediato salieron del recinto y sólo quedaron Ken, Sean, Angie y Brian-. ¿Reyna?

-Sigo siendo yo, calma -Ella le sonrió y con suavidad acarició la mejilla de Sean.

-Tus ojos... -comentó Brian, recibiendo un codazo de Angie en las costillas.

-Es el poder... Puedo sentirlo... -contestó ella.

-¿Afrodita está intentando volver? -volvió a preguntar Brian.

-No -susurró Reyna, luego sonrió ampliamente mostrando todos sus dientes-. Esta vez he invadido yo su mente, y ya sé donde está Atenea.

-¿Dónde? -preguntó Sean.

La Reencarnación De AfroditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora